Refugio de los jóvenes jazzistas Nahuel Club Refugio de los jóvenes jazzistas

Regentado por el legendario pianista Omar Nahuel hacia 1965, este escenario a pasos del cerro Santa Lucía fue resultado de una pequeña revolución musical y el sitio para un cónclave de música actual. Durante cinco años allí se pudo ver y escuchar a lo más avanzado del jazz en Chile.

Las tirantes relaciones entre músicos de distintas generaciones en el Club de Jazz habían llegado a su momento más complicado en 1961, cuando la prensa llegó a hacer eco de estas disonancias y publicó un artículo con el divertido título de “Guerra civil entre jazzistas: cavernícolas versus afectados”. En la sede de Mac-Iver 273 las asambleas estaban subiendo de temperatura en asuntos de aceptación entre los tradicionalistas del jazz (los cavernícolas) y los modernistas (los afectados).

“Nos toleramos mutuamente”, decía en esa nota el saxofonista Sandro Salvati. Sin embargo, en lo estético, ambas corrientes “son incompatibles y se estorban”, agregaba el pianista Omar Nahuel, líder de esa oleada de músicos nuevos.

El suyo es un nombre clave entre esa generación pero también en la puesta en marcha de un nuevo club destinado al jazz. Comenzó a funcionar en 1965 en la casa de cuatro plantas ubicada en Agustinas 540, muy cerca del cerro Santa Lucía. El lugar fue conocido como Nahuel Club —también llamado Nahuel Jazz Club—, puesto que lo regentaba el propio Nahuel junto a su mujer, Pelusa, quienes ocuparon durante un tiempo el tercer piso de la casa. En el primero se encontraba un restorán francés que estaba muy a la moda y tenía sus mesas reservadas durante todo el año. La segunda planta, rediseñada por el mismo arquitecto que proyectó el famoso Hotel Valdivia en 1959, se destinó al espacio para los conciertos.

Intensa actividad musical en el Nahuel Club. Arriba: Nahuel y Pelusa, los regentes del lugar. El pianista Matías Pizarro, un prodigio del jazz moderno. Patricio Ramírez, saxofonista alto del cuarteto de Nahuel. Abajo: la prensa da cuenta de los acontecimientos alrededor de la figura de Omar Nahuel (1936-1969). (Fotos: archivo de Misty Nahuel)


El lugar más sofisticado de la ciudad
“Los músicos que tocaban dixieland y estilo Nueva Orleans nunca aparecieron por el Nahuel Club, y nosotros no volvimos a ir de nuevo a tocar al Club de Jazz de Mac-Iver”, recuerda el baterista Orlando Avendaño, hombre habitual en los conciertos.

“Era un lugar muy amplio, con capacidad para unas 70 personas. Estaba totalmente in. A los chilenos les aterrorizaba el jazz, pero los que habían viajado por el mundo se sentían a gusto. Llegaban intelectuales, artistas, músicos y arquitectos, tipos a quienes se les relacionaba completamente con la modernidad. También viajeros europeos y estadounidenses, dateados de que allí se escuchaba jazz de última selección. Mucha chaqueta de tweed, gente que fumaba pipa, mujeres muy elegantes y a la moda. Y las ventanas que daban a la calle Agustinas, oscurecidas, hacían que de día allí también fuera de noche”, agrega el músico.

Con entradas que bordeaban los 15 escudos, el club se mantuvo activo por unos cinco años. Incluso tras la trágica muerte de Omar Nahuel en 1969, su viuda siguió organizando actividades, conciertos y espacios para una colérica boutique.

En sus épocas de mayor éxito trasladaba sus conciertos a Reñaca durante el verano, pero el año musical transcurría a toda máquina con el cuarteto del pianista, la figura central de esos tiempos, que en sus filas alternaba a músicos como Mario Escobar Jr, Nelson Gamboa o Waldo Cáceres. Actuaban pianistas como Roberto Lecaros y Matías Pizarro, además del propio saxofonista Sandro Salvati, y nuevas voces femeninas. Allí se iniciaron Rita Góngora, cantando música brasileña, y Luz Eliana en su faceta de lady crooner, junto con figuras de mayor recorrido en la canción popular como Carmen Barros y Sonia la Única.

Iñigo Díaz

Ayer y hoy: dos momentos de Agustinas 540, en una ciudad que se empeña por borrar su historia arquitectónica. (Fotos: archivo de Misty Nahuel / Rodrigo Alarcón)


 

En el barrio Bellas Artes

 

 

Foto destacada: Marcelo Montealegre / Archivo Misty Nahuel.