Ocho Bolas

Desde su formación, a fines de los años ochenta, Ocho Bolas ha sido emblema de la escena punk de Valparaíso, con un trabajo intermitente pero de fiera identificación con su entorno. Su discografía muestra temas furiosos, agitados y críticos, pero siempre apegados al lugar en el que nacen. Tal como cantan en “Voy pa’l Barón”: “Así es el mundo del rocanrol/ Hay poca plata pero mucha diversión/ No tomo el metro pero voy en ascensor”.

Leer más

Años

Valparaíso, 1989 -

Región de origen

Valparaíso

Décadas

1990 |2000 |2010 |

Géneros

Ocho Bolas

Integrantes

Jesús Sata Pereira, voz (1998 - •)
Juan José Kwasigroch, guitarra (1988 - 1992)
Edison Tapia, bajo (1988 - 1992)
Renato Juancho, batería (1988)
Pedro Guerrero, batería (1989 - •)
Rienzi Mono Nahuel, bajo y guitarra (1990 - •)
Yofi Catalán, bajo (1994 - •)

Marisol García

Punk entre los cerros
La escena punk aún suponía la resistencia a una feroz dictadura cuando en el año 1988 Ocho Bolas realizó su primer concierto. Eligieron el teatro Mauri de Valparaíso para mostrar por primera vez sus temas de crítica explícita y encendida distorsión eléctrica (“encarnación de todo enfado y resistencia a la opresión colonial, corporativa, mercantil y estatal”, en sus palabras). Al año siguiente, el grupo ya tenía un cassette autoproducido de ocho temas propios (Al servicio) e invitaciones a actos punk en Santiago (fueron parte de la Tercera Bienal punk de 1989, en el Garage de Matucana). En 1991 la banda consiguió editar un primer EP en vinilo y con etiqueta alemana (Trabajo duro, editado por el sello DIM).

La primera mitad de los años noventa fue alterada por numerosos cambios de integrantes y por la edición frustrada del álbum En este medio miedo, que quedó listo pero sin publicación (algunos temas aparecerían más tarde en compilados). Sólo luego de ese período de reajuste, la banda pudo afirmarse en un trabajo estable, permitiéndose producciones inesperadas (como su cover para “Vamos andando, mi amigo” del grupo Congreso) o de abierto corte experimental, como la que trabajaron en el año 2002 para Genio y figura, una colección de poemas musicalizados del chileno Pablo de Rokha. Según le comentaban al diario La Nación, “[con ese álbum] harta gente nos comenzó a ver de otra manera. Nos rodeamos de un público que podríamos llamar rokhiano. Pareciera que con buena música puedes ser más transversal”.

Hacia el año 2004, Ocho Bolas vino a ocupar de modo inesperado las páginas de crónica roja a raíz de la desaparición de uno de sus asistentes, Sergio Mundaca, en la frontera norte de México. El joven fue ubicado recién un año más tarde, cuando logró comunicarse con su familia desde una cárcel de México a la cual fue recluido por intentar cruzar ilegamente a Estados Unidos.

La antología Chaquetones sucios vino a resumir sus quince años de historia, parte de la cual quedó también registrada en el documental Ruidos molestos: sonidos de rock porteño, de la realizadora Viviana Sepúlveda.

Actualizado el 08 de septiembre de 2020