Panico

Dos continentes y varias mutaciones atesetiguaron la música enérgica y colorida de Pánico, la única banda chilena rock de contables avances en Europa. Su historia en Santiago y París supuso desarrollos distintos, aunque unidos en un mismo concepto de música inquieta y mirada global. El grupo iluminó el solemne escenario chileno de los años noventa, y avanzó más tarde en una discografía capaz de combinar la matriz rockera de avanzada con ritmos tradicionales latinoamericanos, como la cumbia y el bolero. Aunque si es por sintetizar, fueron dos sus fuentes principales: el punk, que les enseñó los beneficios del «hazlo por ti mismo»; y la psicodelia, que les recordó que la música debe ser también una experiencia delirante y visual. Su trabajo puede ser considerado como una guía pionera para el rock independiente más tarde asentado en el país.

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Años

Santiago, 1994 - 2015

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1990 |2000 |2010 |

Géneros

Integrantes

Edi Pistolas (Eduardo Henríquez), voz y guitarra (1994 - 2015).
Carolina Tres Estrellas (Caroline Chaspoul), bajo y voz (1994 - 2015).
Juanito Zapatillas (Cristóbal Pfennings), guitarra (1994 - 1997).
Tatán Cavernícola (Sebastián Arce), batería (1994 - 2015).
Memoria Radial (Guillermo Memo Dumay), guitarra (1997 - 2015).
Chow Cables (Francisco Oltra), teclados (1997 - 1999).
Mambo-Bit (Philippe Boisier), teclados (1999 - 2002).
Squat, tornamesas (2001 - 2015).

Marisol García

Vuelo París-Santiago
El espíritu cosmopolita de su música estaba unido a la genética de sus integrantes. El guitarrista y cantante Eduardo Henríquez nació en Chile, pero emigró junto a sus padres en 1973 para pasar dieciocho años de estadía entre Japón y Francia. Como adolescente en París conoció a Caroline Chaspoul, una francesa con la que formó un grupo de rock cuando aún ninguno de los dos terminaba el colegio. Les gustaban Velvet Underground y Ramones.

Tras un par de visitas previas, llegaron juntos a Santiago en 1994, esa vez para quedarse. «Dicho sin mala intención, Francia es un país de viejos, y no era lo ideal para nosotros, que somos gente de acción», explicó luego Caroline. Su intención de formar una banda era firme y la pusieron en acción casi de inmediato, reclutando músicos fogueados (el baterista Sebastián Arce integraba en ese entonces Jusolis, y el guitarrista Cristóbal Pfennings había sido parte de los rabiosos Índice de Desempleo) y organizando unos primeros conciertos junto a Fiskales Ad-Hok.

Su primera publicación fue un EP independiente (Panico, 1995), recibido con entusiasmo por una audiencia al día con la mezcla de punk y surf que en Estados Unidos venían trabajando bandas como los Pixies y Sebadoh. Nadie como Panico equilibraba localmente furia y melodía dentro de canciones de menos de tres minutos de duración. Su portada fucsia con Bruce Lee en posición de defensa era, también, una cita a la cultura popular chilena, reflejada luego en canciones como "Fútbol" y "No me digas que no, si quieres decirme que sí" (qué más chileno que los eufemismos, ¿no?).

Santiago-Santiago
El grupo se integró al "Proyecto de Rock Nacional" que desde su cargo ejecutivo en EMI coordinaba Carlos Fonseca (y que hizo debutar a más de diez bandas jóvenes en un año). Panico se sometió a las instrucciones generales, incluyendo la asignación de Carlos Cabezas como productor, lo cual no pareció luego la decisión más acertada a la luz del punk crudo que intentaba defender su música. En todo caso, y aunque inferior en fuerza a su EP debut, el disco Pornostar (1995) se destacó como un producto no tradicional de la cosecha musical chilena, con canciones ordenadas de acuerdo a un vago concepto unitario (al cual también aludía la fotonovela en la carátula), centrado en la historia de Rosita, una chica que sueña convertirse en estrella porno.

Sonó en radios el tema "Demasiada confusión", pero fue en vivo que Panico cultivó su público; jóvenes elevados a una categoría social específica: «los chicos y chicas Panico». Nunca se habían visto en Santiago espectáculos tan delirantes como el que el grupo animó, por ejemplo, una tarde en la plaza Brasil, cuando ofrecieron un concierto gratuito y al aire libre, vestidos con trajes de baño. Más tarde, en La Rockola, Panico creyó conveniente presentarse dentro de una pantalla gigante de cartón e identificó su show como la transmisión de un canal ficticio llamado Pervervisión. El humor era evidente, pero parece que no lo suficiente para Sergio Lagos (entonces reportero del suplemento "Zona de Contacto"), quien reprodujo como un hecho lo que le contó la banda sobre las próximas transmisiones de Pervervisión por el canal 69 y el éxito que su iniciativa ya cosechaba en Tailandia.

Pero incluso en sus bromas la banda hablaba muy en serio. Sin contar el éxito ascendente que por entonces ocupaba a La Ley y Los Tres, Panico era sin duda el grupo más activo de la escena «alternativa» chilena de la época, con constantes iniciativas para difundir su música. Pese a las bajas ventas de Pornostar, lograron que EMI les financiara otros dos discos (Canciones para aprender a cantar y el EP Surfin’ maremoto). Su quiebre con la compañía no los paralizó en lo absoluto. Ya al año siguiente publicaban el álbum Rayo al ojo (1998), de nuevo bajo su propia etiqueta (Combo Discos) y con parcial registro en Buenos Aires. El disco era lo mejor trabajado hasta entonces por la banda, con su primera aproximación a la electrónica y una lectura lúcida de lo que podría calificarse como una neosicodelia, a la vez delirante y evasiva (evidente en títulos como "No digas cosas al revés" y la estupenda "Las cosas van más lento").

Sin reconocimiento masivo pero con entusiasta seguimiento, Panico confirmaba que la utopía del arte independiente era sostenible mientras se afirmara en trabajo y desprejuicio creativo. Entre sus ocurrencias debe contarse el disco Panico remixes, para el cual la banda convocó a doce músicos (Shogún, Hermanos Brothers y Andrés Bucci, entre ellos) para que volvieran a trabajar temas suyos. Por sus contactos en Francia, el compilado llegó a oídos extranjeros, lo cual les permitió iniciar un intercambio de correos electrónicos con la oficina parisina de Sony. Se habló de la posibilidad de un contrato, para lo cual el grupo debería mudarse a Europa. Para Panico la oportunidad era fantástica, y no hubo mucho que discutir. Sus cinco integrantes dejaron en claro su interés por trabajar con Sony Francia, y se mudaron a París apenas el contrato se hizo realidad.

Vuelo Santiago-París
Ofrecieron un concierto de despedida de Chile el 29 de diciembre del 2000, en el Teatro Providencia (su escenario más grande hasta entonces) y con varios invitados de importancia, prueba del respetado estatus que en siete años había acumulado la banda.

Desde Francia llegaron al poco tiempo noticias sobre la edición de Telepathic Sonora (2001), un disco en el que Panico por primera vez registraba la mezcla de punk y música tropical que muchas veces había ensayado en vivo (se incluyeron títulos como "El choclo”, "El mambero" y una versión para la balada "Olvidarte nunca"). El disco se trabajó en Nueva York junto al prestigiado ingeniero Andrés Levin, y contó con apariciones de lujo, incluyendo a Yuka Honda (la cantante de Cibo Matto), Money Mark, Arto Lindsay y Señor Coconut (Atom Heart). En su opción de mezcla cultural había mucho de cruzada. «Grabamos temas tropicales reaccionando ante la lata que nos daba ver el gran rechazo de gente que escuchaba posrock, electrónica o grupos onda Stereolab, sin tener la más puta idea de la grandiosa música de grupos alucinantes que surgieron en Chile desde los [años] sesenta [...]. Para nosotros, ésa era la música más salvaje del país», explicaron.

Sin embargo, las bajas ventas del disco sumergieron al grupo en años difíciles, que incluyeron la salida de Philippe Boisier (quien permaneció en Francia y se ocupó al poco tiempo en el quieto Icalma) y el término de su contrato con Sony. «Tuvimos problemas de plata y lo pasamos bastante mal. Trabajamos en cualquier cosa, pero nunca dejamos de ensayar», contó luego Eduardo, quien poco antes había tenido una hija con Carolina. En otras entrevistas, el grupo adjudicó su fracaso junto a Sony a malos entendidos sobre cómo debía promocionarse al grupo: «Nos veían como a unos nuevos Manu Chao, y nosotros no íbamos hacia eso».

Todo el proceso demoró la salida de un nuevo disco, que no apareció sino hasta el año 2005. Subliminal kill fue una producción con etiqueta Tigersushi, trabajada por el grupo parcialmente junto al prestigiado Cristián Vogel. En el álbum se escuchaba un abrazo más convencido a la electrónica, aunque siempre desde su entusiasmo por la Latinoamérica más festiva (hay covers para temas de Tito Puente y Pérez Prado, por ejemplo, y varias letras en spanglish). «Es un disco groovy, con muchos bajos y ritmos de batería que son básicos y que se pueden bailar», se lo describió Eduardo a Emol. Fue un disco importantísimo para la banda, pues aumentó como nunca antes sus posibilidades de distribución y difusión, y les valió sus primeras notas de prensa en revistas como Les Inrockuptibles, Q y Mojo. Según los chilenos, «es el disco que nos abrió las puertas del mercado indie, que aquí es un circuito muy cerrado; y que además nos permitió pensar a escala mundial».

El disco reinyectó energía a su carrera, que de pronto comenzó a activarse con las más atractivas citas disponibles en Europa. En agosto de 2005 el grupo se presentó en los festivales españoles de Benicassim y BAM, y en los siguientes meses confirmaron varios conciertos en Londres (donde el disco entró a las parrillas de radios como BBC y XFM), Berlín, Bruselas, Montreal, Nueva York y Tel Aviv. Hasta los populares escoceses de Franz Ferdinand manifestaron públicamente su interés en la música de los chilenos, destacados también por el famoso semanario New Musical Express como responsables de uno de los cien mejores temas del año (por "Anfetaminado"). La venia del país europeo que más sabe de rock es prueba contundente de cuánto ha rendido la particular filosofía de Panico para hacer avanzar su música, apreciada de modo creciente en las instancias más inesperadas. Para cuando el grupo anunció una gira de regreso a Chile, en marzo del 2006, ya se habían concretado en Santiago nostálgicos «tributos a Panico», a los cuales se sumaron bandas como Gameover y Tío Lucho.

Los conciertos que ofreció el grupo en Valparaíso, Concepción y Santiago durante marzo del 2006 fueron los primeros en escenarios chilenos en más de cinco años. La banda atestiguó entonces una ansiedad inédita hacia su presencia, contabilizando más de mil asistentes a su concierto en el teatro Teletón. Panico pasaba curiosamente desde un estatus alternativo al de las bandas mayores de la escena chilena, aunque esta vez fuese como visita. Desde entonces sus visitas al país fueron más frecuentes, y a veces sirvieron para conocer los proyectos paralelos que mantienen algunos de sus integrantes, en bandas como Panamericana, Trema y El Gran Chufle. Su gira por el Norte a principios de 2010 les permitió plasmar un proyecto largamente planificado en torno a la grabación de música in situ, experiencia muy bien narrada en el documental La banda que encontró el sonido bendito (2011).

En pausa
Fue una declaración contundente la que a principios de 2016 confirmó el fin de Panico: «Todo lo que teníamos que decir sobre pop rock ya lo dijimos. Nuestro trabajo como grupo de ese estilo ya terminó, ya fue, cerramos un ciclo, es un formato que ya decidimos abandonar después de todos esos años». La explicación de Edi Pistolas al diario La Tercera servía no sólo para oficializar el fin de su antigua banda sino también presentar su nuevo proyecto junto a Carolina Chaspoul. La pareja venía colaborando ya previamente en bandas sonoras para películas de Alicia Scherson y Cristián Jiménez, pero desde entonces se presentaron oficialmente como el dúo Nova Materia, que en plataformas de streaming mostró el EP Aparece en sueños (2015). El 2018 vino su primer largaduración: It comes.

 

 

Actualizado el 30 de abril de 2023