Juan Carlos Poveda / Iñigo Díaz
Amenábar realizó sus estudios de Ingeniería Civil en la Universidad de Chile en los años '40, desempeñándose profesionalmente durante un largo período en Endesa. Desde temprano se interesó por las relaciones factibles entre música, tecnología y matemáticas. Su padre, Alfredo Amenábar Ossa, violonchelista y miembro activo de la Sociedad Bach de Santiago, fue quien motivó e inició sus primeros estudios musicales. Juan Amenábar retomaría esta instrucción junto a profesores de técnica vocal como Luis Vilches y armonía como Lucila Césped. En el Conservatorio Nacional de la Universidad de Chile, desde inicios de 1950 estudiaría composición e instrumentación con Jorge Urrutia Blondel.
Los peces: ingeniería de la composición
Según confirma el músico e investigador Federico Schumacher en su investigación titulada La música electroacústica en Chile. 50 años (2005), "Los peces" (1957) será la obra fundacional de Juan Amenábar. El mismo autor del libro advierte, sin embargo, que existiría un prototipo de 1953, probablemente como resultado de la experimentación de Amenábar con el autopiano. De este modo versión final, cuatro años después, habría sido elaborada con mejores equipos técnicos.
Foto: Biblioteca Nacional Digital
Los 3 minutos y 20 segundos de "Los peces" son considerados por muchos como la primera obra electroacústica chilena. Schumacher indica que en efecto es la primera obra escrita integralmente en partitura y además, el "primer montaje sonoro en cinta magnética musicalmente organizado", según la prensa de Buenos Aires, que se enteró de su existencia.
En lo sustantivo es la primera que utiliza corte de cinta y técnicas (de mucho mayor sofisticación, que la intuitiva "Nacimiento", de Schidlowsky, un año antes) para la generación de música concreta, según puntualiza el ingeniero y compositor José Vicente Asuar, con quien comparte espacios fonográficos en el LP Música electrónica (1968). "Los peces" fue utilizada como música incidental para la obra de teatro homónima, estrenada en 1957 por un grupo de estudiantes del Teatro Experimental de la Universidad de Chile.
Su catálogo electroacústico se inicia con esta obra basal y finalizará con "Cántigas en el umbral" (1997). Pero su período más intenso como compositor en este campo se extiende hasta 1976. Son once obras electroacústicas puras y mixtas, que compuso en las instalaciones del laboratorio en su casa de la comuna de Las Condes, lo que le permitió trabajar libremente. En los años '60 compuso "FeedBack", para violín y cinta (1964), "Klesis (invitación)" (1968) y "Música contínua" (1969). En la década de los '70 aporta otro tanto: "Preludio en High Key" (1970), "Sueño de un niño" (1970), "Amacatá" (1972), "Ludus vocalis" (1973), "Contratempo / Senzatempo" (1976) y "Juegos" (1976). Una buena parte de ellas fue incluida en el LP de Asfona Amacatá. Electromúsica para este fin de siglo (1974).
También figura en su catálogo entregado al Archivo de Música de la Biblioteca Nacional, un experimento especial junto al baterista de jazz José Luis Córdova, una improvisación rítmica junto a un relato paralelo acusmático, titulado "Divertimento cordovés" (1971).
Foto: Archivo de Música BNCh
Es inevitable mencionar la incidencia de Juan Amenábar en la fundación del Taller Experimental del Sonido, en la Universidad Católica de Santiago (1955), colmena de compositores deslumbrados por las nuevas posibilidades que en aquel entonces se encontraban desarrollando los compositores franceses de musique concrète (1948) Pierre Schaeffer y Pierre Henry; o, por otro lado la corriente electrónica de Karlheinz Stockhausen en el Estudio de Colonia (1952), Alemania.
Este interés fue potenciado con la visita a Chile, a mediados de los años ‘50, de los compositores e investigadores Pierre Boulez y Werner Meyer-Eppler. Del mismo modo, Amenábar fue una figura esencial en la creación del Gabinete de Electroacústica para la Música de Arte (Gema), de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, importante centro de creación e investigación, vigente hasta nuestros días.
Fin del siglo: el adiós
La amplia obra de Amenábar abarca también música incidental para cine y teatro, e incluso un famoso himno político, pues su composición para coro masculino “Marcha de la patria joven” (con texto del poeta Miguel Arteche) se convirtió en el himno de la campaña presidencial de Eduardo Frei Montalva en 1964. El carácter marcial de la música y el tono del texto iban dirigidos a una juventud que el historiador Claudio Rolle ha definido como «militante, organizada y comprometida con un proyecto básicamente social cristiano», reflejando de algún modo el ansia de reivindicación social, y el posicionamiento activo y reivindicatorio de la juventud chilena en el quehacer político.
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En cuanto a su labor académica e institucional destaca su estrecha relación con la Universidad de Chile y su participación como miembro de la Asociación Nacional de Compositores, como socio fundador e integrante del consejo directivo de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD) y su pertenencia al Consejo Chileno de la Música. Según ha señalado el compositor y académico Rolando Cori, Juan Amenábar abandonó la composición en laboratorios ante el advenimiento de la era digital, y los instrumentos tecnológicos de uso como el computador. “Continúo pensando de manera analógica”, declararía como manifiesto Amenábar, quien murió en 1999, muy poco antes del fin del siglo.