Marisol García / Iñigo Díaz
El nacimiento profesional de Luz Eliana Barraza Valenzuela está vinculado a programas radiales como “Calducho”, en Portales de Valparaíso, donde sorprendió en 1961, aún vestida como colegiala. Toda su primera etapa de grabaciones se caracterizó por el canto en inglés y como una joven figura de la orquesta de Roberto Inglez.
Originaria de Quilpué, llamó tempranamente la atención del productor Camilo Fernández, quien la llevó a Santiago en 1962 para dejar registro en su sello Demon de un amplio repertorio. Allí apareció por primera vez con el nombre de Luz Eliana, a sugerencia del locutor radial Miguel Davagnino, quien eliminó sus dos apellidos.
Canciones a toda orquesta
Asociada estrechamente al orquestador Carlos González, Luz Eliana adaptó éxitos internacionales tomados del Festival de San Remo (como “En mi mundo”, de Gino Paoli), el soul estadounidense (“Mi mundo está vacío sin tu amor”, popularizada por The Supremes, o la famosa “Yo rezo una oración por ti”, traducción del hit de Aretha Franklin) y el cancionero de Charles Aznavour (“Aunque sé”).
Poco a poco logró ir dejando impronta en sus grabaciones de su avanzado interés por el jazz, ganándose comparaciones con Ella Fitzgerald por su registro grave y aproximación al scat (improvisación vocal a base de monosílabos y bisílabos). De hecho, una de las primeras canciones que grabó y ciertamente la canción con que sorprendió a la orquesta radial de Valparaíso en su primera presentación fue "Lullaby of birdland", que aprendió de la propia Fitzgerald.
Su gusto por actuar con grandes cuerpos instrumentales apareció desde temprano. Cursada su mayoría de edad (en tiempos en que era de 21 años), en 1964, dio importantes conciertos con la orquesta de Valentín Trujillo en los teatros Astor y Gran Palace de la capital. Y en 1965 se hizo acompañar de la orquesta del Sindicato Profesional Orquestal para una versión de “Goldfinger”, la famosa grabación de Shirley Bassey.
Ese mismo año conseguía ser considerada la mejor cantante del año por la revista “Ritmo” (que solía llamarla con su apodo de adolescencia, Nani). Al poco tiempo grabó uno de los primeros longplays del sello Arena Mis grandes éxitos / El show de Luz Eliana (1967), y, en 1968, consiguió el Primer Lugar del Festival de Viña con la balada “Palabras”, que más tarde defendió también en el Festival de Benidorm.
Tan estrecha era su asociación a la Nueva Ola, que Luz Eliana llegó a ser la secretaria de una tal Asociación de Nuevaolistas, presidida por Pat Henry, y dirigida por Lalo Valenzuela y Willy Monti. Según el libro Historia social de la música popular en Chile, 1950-1970, el grupo pretendía constituir a los nuevos intérpretes en “modelos positivos” para la juventud de la época.
A mediados de 1970, amargas declaraciones a la prensa oficializaban su retiro de los escenarios, desilusionada, según ella, «de las incomprensiones de la vida artística». Su figura volvería a hacerse habitual en televisión durante los años ‘80, previo a un nuevo retiro para, en sus palabras, «desarrollar mi culto cristiano-evangélico».
En 2001, la invitación del Festival de Viña a los intérpretes de la Nueva Ola la convenció de reactivar su trabajo en vivo y allí renovó sus credenciales con el gran público nostálgico junto a figuras como Luis Dimas, Peter Rock, Marisa, Antonio y Miguel Zabaleta. Desde entonces actividad ha sido sistemática, con un fuerte trabajo en el jazz, género al que ha seguido ligada con nuevas apariciones como lady crooner del New Jazz Trío del pianista Jaime Pinto o la Los Andes Big Band, del trompetista Santiago Cerda.
Actualizado el 25 de septiembre de 2020