José Pérez de Arce

Ha sido desde el campo de la investigación que José Pérez de Arce ha llegado a la composición e interpretación musical. Sus más interesantes proyectos al respecto están muy lejos de un ámbito docto o de lo que habitualmente se entiende por vanguardia. La gran pasión en su vida de investigador y musicólogo autodidacta ha sido conocer el mundo indígena y vernáculo, con trabajos pioneros en áreas como la música mapuche, los bailes chinos, y la instrumentación de tribus precolombinas. Además, Pérez de Arce desarrolla desde principios de década un señero trabajo de difusión del guitarrón chileno, el cual descubrió junto al cantor popular Santos Rubio y que guió su trabajo en el disco Nometomasencuenta, cruce entre esa tradición campesina y canciones del repertorio rock latinoamericano.

Fechas

Santiago - 21 de abril de 1950

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1980 |1990 |2000 |2010 |

Géneros

Grupos

José Pérez de Arce

Marisol García

Pérez de Arce es un experimentado dibujante que, entre otros proyectos, se ha hecho cargo de las ilustraciones exhibidas bajo el título "Rostros de Chile" (sobre la vida en el Chile prehispánico) y las del libro Oyendo a Chile, profunda investigación publicada en 1979 por Samuel Claro Valdés. Integró en su juventud el grupo de rock progresivo Música de Jardín, y en los años ochenta fundó junto a profesionales igual de versátiles que él el grupo La Chimuchina, caracterizado por emplear sólo instrumentos precolombinos.

Salir al jardín: su paso por el rock
La música fue una afición temprana y espontánea en José Pérez de Arce, el hijo de un destacado arquitecto que ya en su adolescencia era un consumado experto en el barroco europeo. Al alero del abrazo de su generación con el movimiento hippie (y de su propio fanatismo por la banda folk-rock The Byrds) formó en 1968 Música de Jardín, quinteto que también integraba a Roberto Peragallo, Vicente Infante, Jorje Rigo Righi y Joaquín Eyzaguirre (este último, luego en Aquelarre). El grupo nunca llegó a tener una grabación oficial, pero se mantuvo activo con recitales en escenarios pequeños y festivales escolares.

Su interés por titularse en Composición Musical chocó en septiembre de 1973 con el Golpe de Estado y el posterior cierre por orden militar del Conservatorio de la Universidad de Chile. Guiado por el afán autodidacta que ha dirigido su vida completa, Pérez de Arce comenzó entonces a tomar diferentes encargos, aprovechando en un principio su desarrollado talento en el dibujo y su interés por las culturas indígenas. «Empecé a tomar la música como una investigación», resume. Su interés por la música arqueológica derivó en una primera exhibición de instrumentos indígenas en el Museo de Arte Precolombino, en 1982, a partir de la cual estableció los contactos que luego le darían forma al grupo La Chimuchina. También ese año entró al equipo de trabajo del museo, donde hasta hoy se desempeña como museógrafo.

Su primer disco, Son ido (2002), es el resultado de esa veta de trabajo, esta vez centrada en las voces extintas o en peligro de extinción de las etnias del territorio chileno (se incluyen también sonidos de instrumentos y de ambientes naturales). La edición fue resultado de una exposición previa, que incluso llegó a Alemania en octubre del año 2006, y contenía una mayoría de registros hechas por el propio investigador.

Pocos años antes se había despertado en Pérez de Arce el interés por el guitarrón chileno, al cual conoció haciéndose cargo de las ilustraciones para el libro Oyendo a Chile, de Samuel Claro Valdés. Del dibujo pasó a la audición de algunas cintas del legendario Santos Rubio y, más tarde, el contacto personal con ese guitarronero, casi legendario: «Me mandé a hacer un guitarrón, le pedí que me enseñara y empecé a tener clases con él».

En paralelo a su trabajo en el Precolombino y a sus esporádicas actividades junto a La Chimuchina, Pérez de Arce trabajó durante el año 2004 el álbum Nometomesencuenta, muy peculiar interpretación de una mezcla de temas del rock latinoamericano (Café Tacuba, Gustavo Cerati, Caifanes) y décimas del folclor chileno tradicional en la que Pérez de Arce se hizo cargo de la voz y el guitarrón (entre otros instrumentos), mientras Cuti Aste (productor general) quedaba a cargo de algunas guitarras y la percusión. En el disco también hay apariciones de La Chimuchina, Silvio Paredes (Los Mismos) y los propios Santos Rubio y Osvaldo Ulloa, las dos leyendas de la tradición original de los guitarroneros de Paine (y quienes también participaron en el lanzamiento del álbum, en agosto del 2004, en la sala SCD de La Florida).

«En el disco hay temas que no son míos porque lo que más me interesaba era ser intérprete, y poner todo al servicio del guitarrón. Yo no soy folclorista ni pretendo parecer campesino. Dentro de mi área, la Musicología, hay una escuela que dice que lo que intenté en ese disco es como el demonio mismo. Pero era precisamente esa búsqueda y ese cruce lo que yo buscaba», explica.

Pérez de Arce ofrece conciertos esporádicos, y ha trabajado en algunos períodos junto a sus hijos Marcos y Nicolás. Su conjunto suele presentarse con el nombre Pérez y Los Llaneros de las Canteras. Mantiene investigaciones diversas sobre música autóctona chilena. Publicó en 2008 el libro Música mapuche.

Actualizado el 26 de noviembre de 2018