Iñigo Díaz
Fue formado inicialmente en el mundo académico, en el Instituto de Música de la Universidad Católica, e incororado poco después a la avanzada de jóvenes músicos que estudiaron jazz con Roberto Lecaros. Pero pronto se volcó a las guitarras eléctricas rockeras y la poesía propia en un proyecto solista. El quiebre del grupo pop Mama Natura, en el que ya escribía arreglos y letras, posibilitó el despunte de la cantante Paula Hinojosa como voz del grupo Karmaos y, por cierto, el de Jano Soto como solista.
La era del cuerpo
Ya como músico independiente, Jano Soto actuó permanentemente con una banda soporte, a la que llamó Los Canallas, músicos desconocidos que por esos años estaban ingresando al ambiente: el guitarrista Jorge Vidal, el bajista Miguel Pérez y el baterista Andy Baeza. Esa formación cambió para la grabación de su primer disco, La luz del cuerpo (con ese hit homónimo), editado por EMI en 1995 y con créditos de sesión para, entre otros, Edison Belmar y Rafael Chaparro.
Era una época de oro para el rock chileno, y los clips entraban sin mayores esfuerzos en las parrillas de videomúsica. Aquel debut con EMI fue un extensivo ejercicio del trabajo musical de Jano Soto, que entonces balanceaba la estructura de la canción pop, el rock de guitarras y ciertos grooves funkys, tan propios de una escuela noventera de la comuna de Ñuñoa, donde Soto se movía. La nueva banda de respaldo que utilizó durante esa época, luego de independizarse del proyecto de Jano Soto, reclutaría a la cantante rockera Gloria Pérez y formaría en 1996 el primer grupo Matahari, otro exponente del funk ñuñoíno.
Ese mismo año, Jano Soto fue contactado por el director de teatro Andrés Pérez Araya para dirigir una nueva puesta en escena de la comedia musical La pérgola de las flores (del autor típico Francisco Flores del Campo). En aquella ocasión, los papeles protagónicos fueron asignados a dos músicos de rock: Ema Pinto (por entonces cantante de la Ludwig Band) y Pancho Rojas (vocalista de Mandrácula). Jano Soto propuso nuevas variantes para un clásico musical de estructuras rígidas y de paso puso en vitrina a músicos emergentes, como los jazzistas Daniel Navarrete (contrabajo) y Roberto Dañobeitía (guitarra).
Tras la experiencia en teatro, regresó a su trabajo personal de canciones y en 1997 grabó su segundo y último disco solista de la primera época, esta vez de manera independiente y en su estudio casero. Con El último vuelo le dio un giro más electrónico y experimental a su música pop, mostrando canciones elaboradas como "Perdido en el espacio". En 2005, y tras un largo receso dado su trabajo como publicista, Soto intentó un regreso convocando a algunos ya maduros músicos de Matahari para grabar Lágrimas de hombre, un disco que al final sólo pudo descargarse por internet.
El paréntesis se cerró finalmente después de cinco años, cuando Jano Soto se encerró durante un largo período en un departamento del barrio Bellas Artes para escribir nuevas canciones. El material, inspirado en el repertorio romántico latinoamericano, con la estética del vinilo usado y la poética del dial AM, salió editado en Ay, bonita! (2011). El disco presentó los singles "Cerquita mío" y "Nadie como tú", que revalidaron a Jano Soto en una nueva categoría de crooner. Instalado en Barcelona casi diez años más tarde, Jano Soto comenzó a elaborar otro cancionero autoral, con miras a un siguiente disco.
Actualizado el 26 de mayo de 2021