Los Chileneros

Los Chileneros albergaron a una importante generación de cantores que inauguraron la nomenclatura de “cueca brava”, estilo cultivado popularmente durante el siglo XX en Santiago y Valparaíso. Eran hombres de registro vocal alto y con la tradición del “canto a la rueda” siempre viva. Bajo la figura del cantor, poeta popular y autor Hernán Núñez, Los Chileneros serán uno de los principales referentes estéticos e identitarios de las generaciones de cuequeros ubanos del siglo XXI.

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Años

Santiago, 1967 - 1973
Reagrupados en 1984 y en 2001

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1960 |1970 |1980 |2000 |

Géneros

Los Chileneros

Integrantes

Hernán Núñez, voz, pandero, tañador y platos (1967-1973 / 1984 / 2001-2005).
Luis Hernán Araneda, voz y pandero (1967-1968 / 2001-2005).
Raúl Lizama, voz, piano y guitarra (1967 / 2001).
Eduardo Mesías, voz, pandero (1967).
Carlos Navarro, acordeón (1968-1973 / 1984).
Rafael Cubillos, voz (1984)

Felipe Solís Poblete

Los llamados chileneros (cantores de cueca o “chilena”), los grupos sociales que en su nombre encarnaban (músicos, amigos, comerciantes) y los espacios donde ésta se desarrollaba (sectores comerciales y festivos de la ciudad) apuntaban más bien a una organización libertaria donde no había grupos fijos sino “lotes” (asociaciones espontáneas de cantores). Los Chileneros, como otros lotes, no funcionaron como proyecto profesional establecido bajo la mecánica del espectáculo, tal como lo describió el musicólogo Rodrigo Torres, ya que su espacio de acción no se encontraba en los escenarios sino en las “canchas” de los llamados barrios bravos. Allí, la cueca adquiría su sentido como práctica social. 

La relevancia de estos cultores de cueca brava no se remitió únicamente a sus registros discográficos sino fundamentalmente a sus experiencias: representan al cantor urbano de cuecas en contraposición al artista del espectáculo folclórico. Los Chileneros encarnaron una forma de hacer cueca directamente ligada con la vida en la ciudad moderna. Una práctica musical centrada principalmente en el canto, con un canon textual con fuerte presencia de la tradición oral, una festividad desbordada en la vida del conventillo, las casas de tolerancia y las fondas, entre otros lugares. De este modo se identificaron con la figura del roto urbano en lugar de la del huaso en el campo.

Antes de ser Los Chileneros
Hernán Raúl Núñez Oyarce (1914-2005), El Nano, recordaba haber conocido la cueca hacia 1918, en el sector aledaño a la Estación Central, barrio atestado de conventillos, donde la cueca formaba parte de la vida diaria. Entre 1924 y 1930, Núñez señalaba haber conocido la “cueca brava y la rotada que no aguantaba pelos en el lomo”. De oficios variados, instrucción callejera y la aspiración de ser un buen cantor de cuecas, Núñez terminó siendo uno de los creadores más apreciados por sus letras y melodías, así como el difusor de un discurso que relevó el verso “guapo, cantor y habiloso” a la altura de un ideal de hombre quien tenía en la cueca el arte donde desarrollar su creatividad.

Luis Hernán Araneda Oyarzún (1927-2014) fue apodado El Baucha. Desde su infancia circuló también por el sector de la Estación Central, donde su padre tenía carretones para fletes. Era requerido para animar la venta de sandías que llegaban en camiones desde las afueras de Santiago. Con su oferta de “sandías con canto” estableció su precoz cualidad vocal. Por muchos años cantó en el restaurant El Chancho con Chaleco, de Maipú, pero en su dilatada carrera recorrió desde conspicuos lugares como el Palacio Cousiño a una infinidad de fondas y canchas cuequeras de Santiago y Valparaíso. En paralelo, trabajó por décadas como matarife en el Matadero Blanqueado, de Quinta Normal.

Raúl René Lizama Quintero (1933-2001), también conocido como El Perico, fue otra de las voces características de la cueca chilenera. Pianista y guitarrista, tenía gran habilidad para ejecutar otros instrumentos. Criado en el barrio proletario cercano a la Plaza Yungay, cuando tenía cerca de quince años vivía en calle Bulnes, según recuerda un cantor porteño que lo conoció en ésos años, y ya en aquellos tiempos se encontraba fuertemente ligado a la vida musical desarrollada en los burdeles del sector. Eduardo Mesías (¿/?) fue un comerciante que cantaba cuecas junto a Araneda y Núñez desde antes de grabar el primer disco de Los Chileneros. No se conocen demasiados detalles de su vida, aunque igualmente quedó inmortalizado como cantor de facultades privilegiadas y como uno de los mejores animadores de cueca.

Carlos Roberto Navarro Espinoza (n. 1930) es conocido como El Pollito. Nació en el sector de El Salto, por lo que su vida siempre fue más cercana al barrio de la Vega Central, en Recoleta. Aprendió a tocar el acordeón de botones cuando aún no cumplía los quince años, gracias a su padre, quien junto con sus labores de tornero se dedicaba a afinar y arreglar estos instrumentos. Debido a su situación económica y en vistas de los ingresos que podía ir recibiendo como músico y cantor, Navarro abandonó el colegio para trabajar en fondas, fiestas, quintas de recreo y en burdeles. Participó en programas radiales e incluso llegó a grabar para Odeón a principios de la década de 1950 con Los Trovadores del Maule, junto a su hermano y uno de los integrantes del Dúo Labrín-Romero. Si bien desde sus inicios interpretó buena parte del cancionero popular, valses, boleros, tangos, corridos y tonadas, fue por la cueca que llegó a ser mayormente conocido.

Los primeros discos: centrina y brava
La cueca centrina (1967), el tercer volumen de la serie “El folklore urbano” iniciada ese mismo año por EMI Odeón, cristaliza las experiencias de los cuatro primeros cantores de cueca por primera vez en el microsurco. Este trabajo fue activamente promovido por Fernando González Marabolí, Héctor Pavez y Margot Loyola, quienes contaron con la visionaria inquietud del productor artístico de EMI Odeón Rubén Nouzeilles, hombre que advirtió el peligro de extinción y quien escribió: “la cueca chilenera o centrina (…) es la única expresión vigente de un folklore urbano chileno, [y que] corre el riesgo de desaparecer si no logra ser aceptada y reconocida como hija folklórica legítima de Chile”.

En este LP se registran dieciocho cuecas, principalmente del repertorio folclórico. Algunas fueron cedidas por González Marabolí, mientras que el resto pertenecieron a Núñez Oyarce. En el texto de contraportada, firmado por Héctor Pavez, se señala a esta grabación como “la primera que se hace en su género (…) [donde] vamos a adentrarnos en el alma misma del pueblo, con toda su fuerza creadora. Esta es la cueca “chilenera o centrina” es el canto y la música del pueblo, que en Santiago y Valparaíso, enfrenta toda la avalancha de nuevos ritmos nacionales y extranjeros. Con ella el roto centrino de cuello duro, mantiene vivo el sentimiento de la chilenidad”. Cantan Lizama, Mesías y Araneda en las primeras voces, con Núñez en las segundas.

En 1968, Los Chileneros registran su siguiente LP: La cueca brava, el cuarto volumen de la colección de EMI Odeón. En la fotografía de portada aparecen Núñez, Araneda y Navarro en una pilastra de la Vega Central vestidos de pañuelo al cuello, sombrero de ala corta y ganchito de albahaca en la oreja, rememorando la imagen que especialmente Núñez consideraba propia del cuequero bravo. Para entonces, Eduardo Mesías ya no participaba en el conjunto, y oficialmente tampoco Raúl Lizama, aunque su voz sí apareció en esta grabación. En este trabajo comienzan también a tomar mayor protagonismo las cuecas de Núñez que hacían referencia a los ambientes de la cueca y la vida delictual, para lo cual ocupaba diestramente el “coa” (argot de los delincuentes). Con el título de este disco se inaugura, a nivel discográfico, la categoría de “cueca brava”, el discurso que progresivamente instaurará Núñez.

Memorias de la cueca chilenera
En 1973 se editó disco Así fue la época de oro de la cueca chilenera, volumen séptimo y final de la serie iniciada por Rubén Nouzeilles en EMI Odeón. El álbum demostraba una voluntad aún más comprometida con la difusión de cierto estilo de cueca. Presentó un trabajo que fue más allá de lo estrictamente musical. La edición sumó un EP con quince minutos de textos escritos y recitados por Hernán Núñez, en el que repasaba su propia experiencia en las “canchas” y fiestas donde la cueca reinaba, el entorno y el tipo humano que encarnaba el rol de cantor. También se publicaron notas del investigador Juan Uribe Echeverría: “[la obra de Núñez] cultiva la gran cueca barriobajera y suburbana. Canta a los barrios antiguos, reductos de la vida popular santiaguina”. La fotografía de portada fue tomada por el propio Nouzeilles en el edificio de los ex Arsenales de Guerra de calle Blanco Encalada. Allí los cantores aparecen retratados en una carretela: Núñez, Navarro, Luis Téllez Viera (1924-1992) y El Chino Chico, su dueño, quien debió “suplantar” a Julio Alegría, debido a que no llegó a tiempo a la fotografía.

En esta grabación el elenco nuevamente varió. Se integró Téllez, industrial marroquinero del barrio Matadero, quien había participado en discos Cuecas con escándalo (1970) y Buenas cuecas centrinas (1971), junto a Araneda y Lizama. También se incluyeron los veinteañeros Julio Alegría y Miguel Córdova, del grupo Aparcoa, que desde hacía unos años venía trabajando junto a Hernán Núñez (Aparcoa logró el segundo lugar en la competencia folclórica del Festival de Viña del Mar de 1972, con una cueca de su autoría).

Pasaron once años hasta que Los Chileneros volvieran a grabar cuecas. En 1984, bajo el sello Star Sound, el grupo editó la cinta Por los barrios bravos. La formación liderada por Hernán Núñez, mantuvo a Carlos Navarro e integró al experimentado cantor Rafael Cubillos. Nano Núñez tomó, a partir de aquí, mayor protagonismo en el conjunto (en la portada se advierte la leyenda "Hernán Núñez y Los Chileneros"). Presenta dieciocho cuecas suyas, nueve de ellas inéditas.

El nuevo integrante, Rafael Cubillos, era un antiguo amigo cercano al círculo de Los Chileneros (aparece nombrado en una cueca de Núñez en el disco La cueca centrina de 1967: “Tan tomando mis amigos / la remolienda es con canto / el Perico y el Peruano / Cubillos y Humberto Campos”). Su trayectoria se remonta al conjunto Los Campesinos, que integraba junto a su hermano Raúl en la década de 1950. Durante los años '60 también grabó en discos de Rubén Salgado, El Tumbaíto.

El redescubrimiento de Los Chileneros
Hacia los años ‘90, comenzó a tomar fuerza una nueva generación de músicos que se interesaron en recoger la identidad que encarnaban Los Chileneros. Progresivamente se fue generando un cruce intergeneracional que produjo el redescubrimiento de este grupo de cantores y de otras figuras como Roberto Parra y Eduardo Parra. En 1998 apareció el documental “La cueca brava de Nano Núñez. Bitácora de Los Chileneros”, dirigido y producido por Mario Rojas. En el año 2000, se reedita en caset el disco Así fue la época de oro de la cueca chilenera (1973), ahora con el título de La cueca brava y su época de oro. En marzo de ese año, en el Centro Cultural Estación Mapocho se realiza una gala con motivo de la asunción como Presidente de Ricardo Lagos Escobar. Frente a más de cuatro mil personas, quince presidentes y 70 delegaciones internacionales, se presentaron Los Chileneros, con Núñez, Lizama y Araneda. El evento suscita el rechazo formal al tipo de cueca presentado en esta ocasión, en una queja realizada por los parlamentarios Cristi, Fossa, Bertolino y Cardemil a través de un oficio dirigido a la Ministra de Educación.

En febrero de 2001, Los Chileneros se presentaron en el Festival de Viña del Mar como parte de un espectáculo del actor y cantor Daniel Muñoz. El 23 de abril de 2001, se realizó una de las últimas grabaciones editadas de Los Chileneros, en una actuación celebraba en la Sala SCD.  En este registro, titulado Los Chileneros en vivo, participaron Núñez, Araneda y Lizama, además de Osvaldo Gajardo (de Los Paleteados del Puerto), junto a músicos de Los Santiaguinos. Fue la primera vez desde 1968 que se pudo escuchar en un disco a las tres más emblemáticas voces del histórico “lote”, lo que vino a reforzar su importancia durante la década del redescubrimiento. El 17 y 18 de septiembre de 2001, el trío de cantores apareció otra vez en la terraza del cerro Santa Lucía, inmortalizados ahora en el disco La Yein Fonda II (2001), producido por Álvaro Henríquez, y que contó con la presencia del pianista Rafael Traslaviña, el acordeonista Rafael Berríos, Rabanito, el contrabajista Iván Cazabón, y los cantores Pepe Fuentes, María Esther Zamora y Lalo Parra.

Raúl Lizama falleció en diciembre de 2001 y Hernán Núñez en diciembre de 2005. A nombre de Los Chileneros, Luis Hernán Araneda recibió en 2006 el Premio a la Música Nacional Presidente de la República. En 2007, el sello EMI reeditó versiones remasterizadas de los discos La cueca centrina (1967) y La cueca brava (1968), mientras que para las Fiestas Patrias de 2009 apareció la serie de cuatro volúmenes titulada Su majestad la cueca. Allí, el investigador Rodrigo Torres seleccionó el repertorio para el disco La cueca chilenera, donde se incluye la cueca “La quintrala”, grabada en los años ’60 aunque nunca fue editada.

El lote de cuqueros que terminó conformando Los Chileneros y otros que nunca grabaron, representan la mantención de la cueca dentro de los espacios urbanos que le fueron propios al momento de su visibilización mediática hace ya más de cuatro décadas. Su importancia, que ya fue sensiblemente captada en esta época, progresivamente en la nuestra ha generado el interés tanto de músicos y bailarines como de investigadores, transformándose lo anterior no sólo en nuevas producciones y espacios musicales, sino también en documentales, artículos de prensa, y tesis doctorales.

Actualizado el 26 de enero de 2020