La profesora del colegio Verbo Divino Catalina Kottmann, debió reunir a sus compañeras de canto, las hermanas Andrea y Claudia Villaseca para montar el repertorio que cantaba en sus clases de prebásica y que los niños demandaban como una suerte de enfervorizado público. Entonces el nuevo trío vocal adoptó el nombre de Tiramizú y puso en marcha un proyecto artístico más allá del carácter auxiliar de su trabajo, respaldado por el soporte instrumental y los arreglos musicales de Alfredo Sauvalle (ex integrante de Los Huasos Quincheros).

La propuesta de esta música educativa se abrió a puestas en escena de gran colorido, con bailes, disfraces y cuentos cantados, desarrollando temáticas como la amistad, la autoestima y el sentido del humor a través de la presencia en sus espectáculos de una galería de coloridos personajes, como el marciano Blupy Bip, la Bruja Maruja o El Fantasma. Siempre orientado al segmento de entre uno y ocho años, Tiramizú traspasó muy pronto su trabajo creativo al disco: El tren de la amistad (1996), Bajo un mismo sol (1998) y El pulpo Catapulco (2001), se cuentan entre sus primeros álbumes con sus propios “hits”: “Camilo el cocodrilo”, “Los loritos desafinados” y “El baile del sombrero”.