Cristóbal Peña
Trabajo precoz
Formada en noviembre de 1959 por Jorge Rojas ⎯pianista, director musical y ex alumno del Liceo Barros Borgoño, donde integró un grupo de dixieland⎯, desde un comienzo Los Ramblers tuvieron que habituarse a una rotación constante de músicos. «Como empezamos a tocar siendo muy jóvenes, con 17 ó 18 años, los papás de los músicos les ponían muchas dificultades. Decían que sus niños se iban a perder en la bohemia», recuerda hoy Rojas, quien hacia comienzos de los años 60 logró conformar un combo relativamente estable con Polo Salinas (voz), Manuel Urrutia (guitarra), Francisco Arlegui (saxo), Alex Aparicio (trompeta) y Romeo Bader (batería).
Siendo aún un conjunto amateur, Los Ramblers debutaron oficialmente en las fiestas dominicales de la Federación Santiago Watt, vinculada a trabajadores ferroviarios. Fue esta una etapa de ajuste y rodaje, de acomodos y búsqueda de identidad, en la que Jorge Rojas y sus compañeros definieron un estilo atípico para la época en Chile, mezcla de swing y rock and roll, en tiempos en que las orquestas bailables pasaban a retiro y el rock aún permanecía como un fenómeno marginal y subterráneo.
El debut de masas ocurrió en abril 1961. Ricardo García, que conducía "El Show de la Polla" en radio Minería, los invitó a tocar en su programa dominical del mediodía. El impacto fue fulminante y los llevó a permanecer durante ocho semanas consecutivas como número estelar del programa. Parecía el despegue ideal, pero al poco de levantar vuelo la banda acusó la primera baja. Argumentando incompatibilidad laboral, el cantante Polo Salinas, que trabajaba en editorial Zig-Zag, presentó su renuncia al grupo, y no fue hasta un par de meses después que Germán Casas, hasta entonces funcionario de la Municipalidad de Ñuñoa, ingresó por recomendación de uno de los integrantes del grupo, Juan Castillo, que había sido compañero de curso de Casas.
Rock and roll y estadio lleno
Con la renovada formación, y tras un breve rodaje por fiestas navideñas, The Ramblers fueron contratados para actuar en la temporada veraniega en el Casino de Viña del Mar, y a través de éste, a comienzos de 1962, eran considerados en el programa del festival de la canción de la ciudad. Fue en ese escenario que "El Rock del Mundial" comenzó a cobrar forma de hit bailable. Adelantándose a la partida del próximo campeonato de fútbol, que ese año se celebraría en Chile, Jorge Rojas había compuesto un rock and roll que avivaba al equipo anfitrión y que, al ser probado en vivo, enfervorizaba a gran parte de la hinchada local.
La excepción eran los productores de los sellos multinacionales, que no se interesaron por publicarlo. «Ya había perdido las esperanzas cuando Camilo Fernández, que integraba el jurado, apareció en los camarines del Festivales de Viña del Mar y nos propuso grabarlo en su sello Demon», recuerda Rojas, quien un mes después entraba a los estudios de la RCA a grabar "El rock del Mundial".
Publicado en mayo de 1962, tres semanas antes de la partida del campeonato mundial, con el tema "El twist del recluta" como lado B del disco single, "El rock del Mundial" fue un éxito inmediato y quedó registrado como la banda sonora de ese año. La agrupación capitalizó el fenómeno con una gira nacional y el lanzamiento del LP Los Ramblers, que incluía el hit mundialista junto a temas como "Mucho amor" y "El twist del recluta".
La banda de Jorge Rojas era el primer gran fenómeno comercial de la Nueva Ola y su primer productor, Camilo Fernández, no alcanzó a sacarle todo el provecho. «Un malentendido», a decir del tecladista, lo llevó a fines de ese año a firmar contrato con el sello Odeon y a abrir su repertorio a compositores chilenos. Dos de ellos, Ariel Arancibia y Vittorio Cintolesi, escribieron los otros dos grandes hits de The Ramblers, "El twist del estudiante"y "Eres exquisita", respectivamente. Lanzados en formato single en 1963, los temas también fueron incluidos en el LP El primer amor, que reportó más de cien mil copias vendidas.
"Prende una mechita", "Paseando por la playa", "Camino derechito" y "Jugando al amor " fueron algunos de los singles con que la banda capeó primera mitad de los sesenta. Para entonces, la Nueva Ola había demostrado capacidad de regeneración y varios exponentes, entre ellos Cecilia, Luis Dimas y Buddy Richard, habían reclamado su cuota de atención en la escena. Pero no fue la competencia lo que apagó el suceso de Los Ramblers. En 1966, poco después de una extensa gira por Argentina, el clarinetista del grupo, Jaime Escobedo, de 34 años, falleció de cáncer al estómago. Y por la misma fecha, otro de los vientos, el trombonista Gustavo Vidal, que paralelamente se desempeñaba en la Orquesta Filarmónica de Santiago, dejó la banda para seguir su carrera en Europa, mientras que músicos como Álex Aparicio y Toly Ramírez partirían en 1969 para formar el Beat Combo.
La voz de Germán Casas
A estas bajas se sumaron los recesos cada vez más frecuentes de Germán Casas, que acusaba problemas a la columna y debía asistir a su viuda madre en la administración de una pastelería en Santiago. Frente a las reiteradas ausencias del vocalista Jorge Rojas tuvo la ocurrencia de explorar un repertorio instrumental. «Una noche, escuchando junto a mi esposa un programa de radio Portales, pasaron un tema de un grupo orquestal mexicano llamado Tijuana Brass. Averiguando supe que el tema se llamaba "Sabor a miel "y le propuse grabarlo a la gente de Odeon», cuenta el director musical de los Ramblers, quien desde entonces inauguró una veta instrumental que se extendió hasta comienzos de los '60.
De esta época datan temas como "Samba agridulce", "Crema batida", "Blanco móvil", "Una nueva chica", "Dulce Georgia brown "y "La pulga española". Entre tanto, golpe de Estado mediante, Germán Casas iba y venía. Su ausencia más prolongada ocurrió a comienzos de los años '80, cuando éste se radicó con su madre en Venezuela y abrió la puerta al ingresó de nuevos vocalistas en la banda.
El más recordado, aunque no precisamente por su legado musical, fue Piere Marcel, escogido en un concurso de radio Minería. Cantaba bien, y era joven y bien parecido, pero a la promesa vocal pronto se le fueron los humos a la cabeza. «El éxito lo embriagó ⎯cuenta Jorge Rojas⎯, no le gustaba ensayar y andaba todo el día detrás de las niñas. Teníamos que llamarle la atención, era demasiado, hasta que un día este niño se portó muy mal en una fiesta y tuve que pedirle que se fuera».
Para fortuna de los Ramblers, la partida de Piere Marcel coincidió con el retorno a Chile de Germán Casas, quien en 1984 se reintegró al grupo y participó en el disco Los Ramblers siempre Ramblers, conformado por un conjunto de medleys de viejos éxitos. Pese al suceso comercial de ese disco, el reencuentro no duró mucho. Ocho meses después de su llegada, el vocalista renunciaba a la banda para iniciar una carrera solista.
Jorge Rojas asegura que no lamentó demasiado esta nueva partida. Estaba acostumbrado. Pero no pudo tolerar que su antiguo compañero irrumpiera en solitario cantando el repertorio del grupo y promocionara los conciertos con el nombre solista asociado a Los Ramblers. La respuesta del tecladista fue una querella contra el cantante por apropiación indebida del nombre de la banda.
Desde entonces las dos principales figuras de los Ramblers han permanecido distanciadas, aunque corriendo en paralelo: a la persistencia por explotar el repertorio nuevaolero se han sumado sendos empeños por renovarse. Germán Casas estuvo en el Festival de Viña en 1992 y el 2002; y Los Ramblers, en 1993. En 1998, aprovechando el campeonato de fútbol de ese año donde participaba Chile, Jorge Rojas y Los Ramblers publicaron el disco El Mundial del 98. Cinco años después Casas irrumpió con el disco solista Trilogía. Tres décadas de amor. Ninguno de ellos, wen todo caso, no ha estado ni cerca de repetir el fenómeno de principios de los '60, pero han seguido activos en escenarios de todo Chile.
En febrero de 2018 la tragedia golpeó al grupo cuando en un accidente carretero perdió la vida el cantante Valentín Fernández. A los pocos días fallecería también Jorge Rojas, que acababa de cumplir los 80 años y seguía siendo el director del conjunto. Su hijo, Jorge Rojas Cossio, asumió entonces como representante y mantuvo la actividad a flote, supervisando la contratación de nuevos integrantes (elegidos por cásting en un programa del canal La Red) y la edición de un DVD.