Nano Stern

Del grupo de cantautores que comenzó a destacar en Chile a partir del año 2000, Nano Stern ha sido una de los más poderosos y de más amplio alcance. Su estilo se distingue en parte por su asombroso oficio sobre la guitarra, así como su libertad vocacional para plantearse desde un inicio como un músico itinerante y de apuesta global.

Fechas

Santiago - 30 de marzo de 1985

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

2000 |2010 |2020 |

Géneros

Grupos

Nano Stern

Marisol García

Aunque a los ojos masivos Stern constituye un firme músico solista, sus primeros trabajos estuvieron asociados a los grupos Matorral y Mecánica Popular, aún durante la adolescencia. Sin embargo, fue su posterior partida a Europa, a los 19 años de edad, lo que fortaleció un camino trazado por él mismo sin asomo de dudas: el de la dedicación a la música a tiempo completo. Desde entonces ha publicado sus discos con presencia incesante en festivales de jazz, folk y fusión en los puntos más inesperados del planeta.

Stern había sido un niño de excepcionales dotes en torno a la música (es hermano menor de la cantautora de fusión Claudia Stern), que comenzó a practicar el violín a los tres años de edad, y que giró progresivamente hacia el rock luego de descubrir a Led Zeppelin. Los años han fusionado en sus referentes esas raíces anglo con el cancionero del folclor latinoamericano, y puntuales influencias recogidas de sus viajes.

Voy y vuelvo: el extranjero
Su viaje juvenil a Europa lo obligó a abandonar sus estudios de composición en la Universidad Católica. Se ubicó entonces en la ciudad de Colonia, Alemania, y contactó a los músicos de Ortiga, agrupación de fusión latinoamericana que había abandonado Chile a comienzos de los años ochenta, y con la cual Stern se mantuvo un tiempo tocando en vivo. Luego, el contacto con Juan Carlos Tato Gómez, ex integrante de Embrujo, le permitió ocuparse como asistente en el estudio que el chileno había establecido en esa ciudad.

Nano tuvo entonces la oportunidad privilegiada de combinar el trabajo de estudio con el desarrollo de su cantautoría solista, que desde Europa fue acercándolo a la trova y los ecos de la Nueva Canción Chilena. Durante su tiempo de residencia en Amsterdam, Holanda, retomó estudios de música y colaboró con grupos locales como INDO(cumentados), sociedad de sudamericanos con los que trabajó el álbum Reciclaje latinoamericano (2006).

Toda esa experiencia sería entrenamiento para su álbum debut. Nano Stern (2006) integró canciones y composiciones instrumentales, y en él el chileno pudo al fin desplegar a sus anchas su excepcional talento como arreglador y multiinstrumentista (a cargo de la voz, guitarras, bajo, quena, cuatro, violín, viola, melotrón, sintetizador y percusiones). El trabajo llegó a Chile como una importación, el eco todavía lejano de un cantautor precoz de técnica asombrosa y agenda nómade, aún sin contacto con quienes revisaban los cimientos del canto local desde un común desprejuicio dispuesto a enlazar lo popular con la raíz y las lecciones rockeras.

Cuando la música chilena volvía abrazar el sueño de la internacionalización, Stern parecía trabajar en reversa: desde viajes infinitos a lugares inusuales (Estonia, Turquía, Rusia), volvía cada cierto tiempo a Chile para afianzarse aquí y mostrar las lecciones aprendidas.

Con la fuerza de la recomendación boca a boca y nuevas fechas de conciertos en el país, Voy y vuelvo (2007) impuso su nombre como uno de los ineludibles de la generación de nuevos cantautores jóvenes que por entonces reactivaban el cancionero local. Stern no se permitió el cansancio, y afirmó esos buenos comentarios con presentaciones constantes, de cada vez mayor rigor y entrega.

Los discos Los espejos (2009) y Las torres de sal (2011) aparecieron cuando el santiaguino era ya un artista aplaudido incluso por músicos mayores que él, y que en el extranjero se ha ganado la admiración de artistas como Jorge Drexler y leyendas como Joan Baez (a quien acompañó por primera vez sobre el escenario cuando la estadounidense volvió a Chile, en 2014). Su presencia en grandes festivales (como el Womad, de Inglaterra) y espacios promocionales (ha sido, hasta ahora, el único chileno invitado al programa argentino "Encuentro en el estudio") sin duda contribuyen a otorgarle a su trabajo fuerza de embajaduría cultural, justamente expandida al gran público en el verano de 2015 con su participación en el Festival de Viña del Mar.

Su aporte al medio local se ha establecido como un diálogo dinámico, que en los últimos años incluye colaboraciones en vivo y en disco con Inti-Illimani, Chinoy, Juana Fe y, Camilo Eque, entre otros: «Estar afuera tiene mucho de estar acá, estar presente en la ausencia. Chile se vuelve súper fuerte cuando estas lejos, y eso se nota en la creación. Yo me inspiro mucho en mi país cuando estoy afuera… ese es un dialogo bien rico que me mantiene siempre bien». Desde esa perspectiva, su disco Mil 500 vueltas (2015) cumplió con un rico intercambio entre su autoría y los aportes de otros. Entre los invitados a la grabación estuvieron la estadounidense Joan Báez, el uruguayo Jorge Drexler, la peruana Susana Baca y la colombiana Marta Gómez. La música de Nano Stern es ya, con propiedad, parte de una cadena esencialmente expansiva.

Actualizado el 06 de enero de 2021