Primero como sexteto, el ensamble fue dirigido por la percusionista Javiera Hernández, basando su música en los ritmos africanos y los sonidos que proporcionan instrumentos como los dundunes, los djembés y las kalimbas. A ese suministro principal de parches y accesorios, el conjunto incorporó sonidos contemporáneos como el bajo eléctrico y los teclados, y de esta manera incursionó en el «world jazz» y sus posibilidades de improvisación. Fue apoyado en esos inicios por el bajista Christian Gálvez, quien produjo el álbum debut, editado por el sello que él dirigía, Pez. El disco incluyó colaboraciones del bajista de fusión Ernesto Holman, el guitarrista de rock Carlos Corales, la cantante Denise y la cantautora Elizabeth Morris, entre otros nombres.

La llegada de pandemia obligó a sus integrantes a detener los proyectos. Más adelante fue retomado con varios cambios en su formato. Del sexteto pasó a cuarteto y quinteto. Natalia Quintana tomó la dirección musical y de esa experiencia nació la música del disco Raco, que incluye observaciones de música de Víctor Jara, además de un cambio político profundo en su manifiesto. Si en los comienzos fue formado como un bloque femenino de autoprotección, en su segunda etapa abrazó ideas más combativas sobre el feminismo de sus tiempos y el activismo disidente.