Los dominios de un ídolo Teatro Valencia Los dominios de un ídolo

Ubicado en Plaza Chacabuco, a pasos del estadio Santa Laura, fue uno de los teatros que animaron la vida cultural en el lado norte de Santiago a lo largo de cuatro décadas. Allí, en 1977, se presentó un joven de 25 años que poco antes había dado unos primeros pasos como crooner con el nombre de Nahum, aunque en realidad se llamaba Boris González. Más adelante se convirtió en una estrella de la canción: Zalo Reyes.

Mucho antes de que en 1991 se convirtiera en una comuna autónoma, Independencia era parte de un vasto territorio capitalino del lado norte que se confundía entre Santiago Centro y ese lugar llamado Conchalí. A un costado de la Plaza Chacabuco, y a corta distancia también del estadio Santa Laura, el Teatro Valencia irrumpía no solo como espacio ciudadano para el barrio sino como el lugar donde irían a ocurrir ciertos acontecimientos musicales. Uno de ellos en especial pone a la vista los primeros pasos del joven conchalino Boris Leonardo González Reyes, más conocido como Zalo Reyes.

El recinto fue parte de un circuito de teatros y cines en ese sector con vida propia. Estaban allí el Capitol, en un cité en las primeras cuadras de avenida Independencia; luego el Excelsior, el Independencia y el Nacional, por la misma vía, además del Libertad, en Vivaceta y Los Nidos. El Teatro Valencia vino a completar la red y es uno de los tres que aún subsisten como edificios, aunque con otros usos. Actualmente es propiedad de una iglesia evangélica que lo utiliza para su culto. Mantiene incluso sus butacas originales en la segunda de tres plateas.

Con una capacidad de hasta tres mil personas, fue inaugurado el 3 de abril de 1936 por su propietario, el político Absalón Valencia, que entonces era alcalde de Santiago. “Era una obra arquitectónica de adelanto para esos tiempos en los barrios de Lo Negrete e Hipódromo Chile, que a la sazón no contaban con una sala de espectáculos de estas características”, reconstituye Dante Figueroa, investigador de la historia urbana de lo que se denominó La Chimba. El Teatro Valencia funcionó como cine también, pero antes de ello fue escenario de espectáculos de tango, con las orquestas de Natalio Russo en los años ’40, el cantante argentino Alberto Castillo, en los ’50.

Planta y cortes lateral y longitudinal del Teatro Valencia, espacio de tres niveles y capacidad para 3.000 personas, según los registros de 1936. Al lado, el frontis del edificio en la actualidad (plano y foto: archivo de Dante Figueroa)

 

El concierto perdido
Vecino de Independencia de toda su vida, la madre de Dante Figueroa recuerda haber asistido allí al concierto de un desconocido Zalo Reyes en la década de los ‘70, lo que es correcto. “Yo hice famoso el nombre de Conchalí. Yo canté en ese Teatro Valencia”, comenta el cantante al cumplir sus 68 años. “Canté hace mucho tiempo allí, el año 77 o 78 tal vez. El teatro antes pertenecía a la comuna de Conchalí, que abarcaba todo ese sector, de Independencia, Recoleta, El Salto y Vivaceta”, agrega.

Zalo Reyes también ha sido vecino de Conchalí desde siempre. El público recuerda su célebre frase “no me cambio de casa ni de barrio”. Zalo Reyes aún vive en la casa del pasaje Zalo Reyes (ex Interior Cañete), bautizado así en 2018 por el concejo del alcalde de Conchalí y ex cantante René de la Vega, como un homenaje en vida. A esa casa llegó tras triunfar en el Festival de Viña del Mar con un traje de estricto blanco en 1983. Hasta entonces había nacido, se había criado y había crecido en la calle Roma, a dos cuadras de su actual casa.

“Antes del Festival de Viña yo cantaba vistiendo un ambo. Así me presenté en el Teatro Valencia. Yo había cantado con Capablanca, vistiendo una capa blanca, y había grabado un disco con el nombre de Nahum, que no tuvo éxito. Mi ídolo era Germaín de la Fuente. Yo era entonces un crooner. Cantaba de todo, rock and roll, baladas, boleros, begin, distintos ritmos. Pero no tenía orquesta sino distintos conjuntos que me acompañan un día y otro. Uno llegaba, ensayaba en el día y actuaba en la noche”, recuerda sobre esos primeros momentos antes de estallar entre el público popular con canciones como “Una lágrima y un recuerdo”, “Con una lágrima en la garganta” o “Un ramito de violetas”.

 

 

“El Teatro Valencia era de tremendas construcciones, con dos o tres pisos para el público. Unas cortinas tremendas que se movían con roldanas y un piso curvo, que ya no existe porque lo hicieron recto. Todo estaba muy bien hecho allí. Era un teatro muy concurrido”, describe Zalo Reyes. Siendo niño en Conchalí ya frecuentaba el Teatro Valencia, donde además cantó Palmenia Pizarro y mucho antes, incluso, Lucho Gatica. “Iba a ver las películas de Elvis Presley, Cantinflas, Marisole. Solo o con mis amigos del barrio, en el 75. Comprábamos marraquetas con ají y nos poníamos en la galería, mientras mis hermanas mayores Rocío y Gloria, que eran más pitucas, estaban en la platea. Y nosotros le aguábamos la fiesta que tenían con sus pololos. Desde arriba le decía ‘¿no cierto que tú soi bien mala, Rocío?’”, rememora.

El concierto perdido de Zalo Reyes en 1977, sin registros más que la propia memoria del cantante y de algunos asistentes, fue uno de los primeros peldaños suyos en la escalinata al éxito, y el paso previo para llegar a los teatros del centro, como el Teatro Astor e incluso el Teatro Caupolicán.

Iñigo Díaz



Plaza Chacabuco