Tito Fernández

Tito Fernández
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Tito Fernández decía que no sabía escribir ni cantar particularmente bien, y que el escenario fue «una suerte de tortura necesaria: gracias a él puedo vivir, porque no sé hacer otra cosa». Sin embargo, convivió con logros únicos en el desarrollo de la música popular chilena, de entre los cuales la popularidad de canciones como "Me gusta el vino" y "La casa nueva" son los más inmediatos de reconocer. El Temucano fue un cantor capaz de cruzar audiencias, incluso en los períodos más divisorios de nuestra historia social reciente, tomando de la tradición folclórica aquella esencia narrativa que explicó su original razón de ser, y que supo combinar con los códigos de géneros populares, como el bolero. Las canciones de Fernández son historias para escuchar con atención, y si bien nunca buscaron redundar en los tópicos amorosos de la balada, transmitían un afecto entrañable por aquello que podríamos llamar nuestra identidad: el paisaje, la familia, la charla entre amigos, los brindis, la nostalgia.

Ficha

Fechas

Temuco - 09 de diciembre de 1942
Puerto Montt - 11 de febrero de 2023

Región de origen

La Araucanía

Décadas

1960 |1970 |1980 |1990 |2000 |2010 |

Géneros

Tito Fernández

Tito Fernández decía que no sabía escribir ni cantar particularmente bien, y que el escenario fue «una suerte de tortura necesaria: gracias a él puedo vivir, porque no sé hacer otra cosa». Sin embargo, convivió con logros únicos en el desarrollo de la música popular chilena, de entre los cuales la popularidad de canciones como "Me gusta el vino" y "La casa nueva" son los más inmediatos de reconocer. El Temucano fue un cantor capaz de cruzar audiencias, incluso en los períodos más divisorios de nuestra historia social reciente, tomando de la tradición folclórica aquella esencia narrativa que explicó su original razón de ser, y que supo combinar con los códigos de géneros populares, como el bolero. Las canciones de Fernández son historias para escuchar con atención, y si bien nunca buscaron redundar en los tópicos amorosos de la balada, transmitían un afecto entrañable por aquello que podríamos llamar nuestra identidad: el paisaje, la familia, la charla entre amigos, los brindis, la nostalgia.

Marisol García

El Temucano tuvo una trayectoria extensa, de más de cinco décadas activas, cruzada en varios momentos por coyunturas y crisis radicales, como el Golpe de Estado de 1973 y, en 2018, una serie de acusaciones de mujeres por abuso sexual de su parte, y que lo llevaron a retirarse de los escenarios y la figuración pública. Falleció en febrero de 2023, en Puerto Montt.

Temuco, La Paz, Santiago
Eran las señas románticas de la vida de cantor las que eligió perseguir Humberto Waldemar Asdrúbal Baeza Fernández cuando se largó de Temuco a mediados de los años sesenta para un período de vida itinerante que a duras penas le permitió sostener a su esposa e hija. Dejaba atrás la vida tranquila de una infancia en el campo y estudios en el Liceo de Hombres de Temuco, luego de un período de preparación en la Escuela de Especialidades de la Fuerza Aérea. Había ganado sus primeros salarios en oficios esporádicos, incluyendo un período como telefonista del Club Temuco y otro como obrero de la empresa Loncoleche. En paralelo, fue mostrando sus primeras canciones en radios sureñas, cultivando en silencio la poesía (su primer texto lo escribió a los siete años de edas, asegura), aunque sin estímulos concretos como para ilusionarse con una trayectoria de largo alcance.

Apenas llegó a Santiago, emprendió su primer esfuerzo profesional junto a Víctor Villarreal, un cantante con quien comenzó a recorrer las boites y clubes nocturnos del norte de Chile y el sur de Perú bajo el nombre Los Hermanos de Alta. Boleros, guarachas y canciones del neofolclor chileno nutrían ese primer repertorio. Su siguiente socio artístico fue Renato Zuñiga, con quien recorrió Bolivia a partir de 1967. Era el tiempo de la guerrilla y de la lucha que terminó con la vida del Che Guevara, y en medio de toda esa tensión el cantante chileno fue apresado en La Paz por orden del gobierno. Obtuvo su liberación recién cuando a la misma cárcel llegó el afamado filósofo francés Régis Debray, con toda una cobertura periodística internacional que les hizo ver a las autoridades bolivianas la conveniencia de ahorrarse problemas y dejar ir cuanto antes a los extranjeros condenados.

Pese a este peregrinaje, Baeza Fernández no quería aún imaginarse como un músico de profesión. Por ello, hasta 1969 fue alternando trabajos de cantor y profesor de castellano en Antofagasta, Santiago, Concepción y Temuco. Poco a poco, iba afinando sus coplas, inspiradas sobre todo en el folclorista argentino Atahualpa Yupanqui. Algunas de ellas llegaron a las manos de Pablo Neruda, quien «dijo que mi poesía era muy buena y que yo estaba destinado a ser un cantor importante», recordaría luego con orgullo.

Recién en 1971, un encuentro con Ángel Parra en Valdivia le ayudó a tomar valor y olvidarse de su vida de profesor. El hijo de Violeta Parra aplaudió sus composiciones, y lo invitó a mudarse a Santiago para que trabajasen juntos un primer disco para su sello (Peña de los Parra). Así, Fernández viajó a la capital junto a su familia y grabó rápidamente un primer LP con diez composiciones suyas y la producción de Ángel, su padrino artístico durante ese período de debutante.

"La madre del cordero" y "La casa nueva"
El éxito de los temas "El ajuerino", "Hace unos días fui a Santiago" y "El atrinque" reportó ventas inesperadas para El Temucano, el título de ese debut y el apodo que Tito Fernández comenzó a recibir entre su público. Para el popular espacio radial "Chile Ríe y Canta", el cantor fue la Revelación del Año 1971. Las radios de la época se encantaron con esas canciones de observaciones cercanas pero nunca antes puestas en versos (como la reprimenda de un padre a su hijo en "El atrinque" o la ironía insidiosa de "Ayer conocí a un senador"), narradas con un humor sencillo y una nostalgia asociable a la vida popular.

El disco interesó incluso en el extranjero y permitió un primer viaje de Fernández a Venezuela, en 1972. Poco antes, un segundo álbum del mismo nombre confirmó las virtudes descritas. Además de "La señora Mercedes" y "La madre del cordero", El Temucano incluyó allí "La casa nueva", conmovedora mezcla de canto y recitado en el que una pareja mayor renueva sus votos amorosos. El tema es hasta hoy uno de los más populares de su repertorio (y, de hecho, con sus ventas el autor pudo financiar su primera casa propia).

Fernández se convirtió en el artista más vendedor de Dicap, la casa grabadora que entonces administraban las Juventudes Comunistas. Pese a su ascenso como una versión atípica de ídolo juvenil —con jóvenes imitando su bigote y abrigo, y el título de «artista más popular» de 1972 otorgado por la revista Ramona—, nadie ponía en duda su militancia política, la de un cantautor que se enorgullecía de haber sido «el primer hombre del pueblo en cantar sobre el escenario del teatro Municipal» y de inspirar muchas de sus composiciones en los esfuerzos de los obreros.

Por ello, el Golpe de Estado de 1973 truncó de modo sustancial su ascenso artístico, aunque no con la brutalidad que afectó a compañeros suyos de generación, como Víctor Jara, Patricio Manns o el propio Ángel Parra. Diez días después del asalto militar a La Moneda, Fernández fue arrestado por cargos absurdos (como porte de armas) y llevado a la Escuela de Especialidades de la Fuerza Aérea; por una mala broma del destino, la misma por la que había pasado en 1958 como alumno destacado. «Las pasé feas», ha dicho el músico, sin especificar nunca por qué. Fernández fue liberado a los pocos días con un certificado que lo obligaba a «dedicarse exclusivamente a su trabajo». Muchos de sus captores, ha contado después, eran admiradores suyos.

Televisión y giras
Bajo el toque de queda impuesto por los militares, Tito Fernández se convirtió en un caso excepcional de sobrevivencia artística. Pese a sus innegables vínculos con la generación más combativa de la Nueva Canción Chilena (para entonces condenada en gran parte al exilio), El Temucano pudo vivir con relativa normalidad entre los recovecos mínimos de expresión que se permitían entonces a los músicos.

El cantante mantuvo una discografía activa, conciertos en Chile y en el extranjero, y apariciones frecuentes en televisión. Nadie que lo haya visto en "Sábados Gigantes" o "Chilenazo" podría haber descrito entonces a Fernández como un músico proscrito. Se trataba de una situación agridulce, beneficiosa para su propia actividad pero fuertemente recelada por el resto de músicos perseguidos por la dictadura. Muchos años después, esto tuvo que decir Fernández al respecto en El Mercurio: «Hubo una suerte de utilización [oficialista] por el hecho de dejarme cantar. Pero yo también hice una suerte de utilización, porque logré mantener el canto. Era más cómodo irse, pero las cosas se ganan con esfuerzo, y yo tenía razón: al final, salí ganando, porque el gobierno militar no existe, y yo sí».

Sus discos de entonces mantuvieron su marca autoral y alcanzaron en Me gusta el vino una nueva cumbre de popularidad (gracias a la famosa canción del mismo nombre, compuesta originalmente por encargo y para Antonio Prieto). Grabó también algunos álbumes a dúo, principalmente con Patty Chávez (Somos Tito Fernández y Patty Chávez), aunque también con Verónica Baeza, Lu Rivera, Carlos Vásquez, el Trío Inspiración y Los Diamantes del Sol. En todos ellos, el músico se fue ampliando hacia un repertorio de boleros, cuecas —es suya una conocida "Cueca larga", por ejemplo— y folclor latinoamericano.

Fue éste un período de numerosos viajes al extranjero, plasmados en discos tan significativos como Tito Fernández en el Olympia de París. Su música ha sido difundida en sectores de Europa, Estados Unidos y Australia. Los años ochenta marcaron, además, un período de trabajo en composiciones por encargo para chilenos como Marcelo, Patricio Renán, Patricia Maldonado y Ginette Acevedo (antes, ya Los Ángeles Negros habían grabado su "A ti", y Lucho Barrios hecho lo propio con "Mamá mujer").

Triunfo en el Festival de Viña
De 1990 en adelante, la carrera de Tito Fernández se revitalizó gracias a su decisión de participar de festivales, y acercarse más profundamente al mundo radial. Tras los debidos años de estudio, obtuvo el título de locutor profesional en 1996 y se hizo cargo al año siguiente en radio Nacional de dos espacios propios ("Lo Nacional en la Nacional" y "Boleros, con Tito Fernández").

En 1997 ganó el primer lugar de la categoría folclórica del Festival de Viña (con "Cartagena", una canción de Claudio Guzmán), lo cual avivó una buena relación con ese escenario que se repitió luego con aplaudidas presentaciones en los años 2001, 2002 y 2004. En una de esas versiones, el chileno protagonizó una sonada polémica con Ana Gabriel por la grabación que hizo la cantante mexicana de la letra de su tema "El cigarrillo" sin el debido crédito (el asunto terminó dirimiéndose judicialmente y tras una larga guerra de declaraciones por los diarios).

Fernández fu también presencia regular en el Festival del Huaso de Olmué. Además de gaviotas de plata, sus trofeos incluyen los premios Altazor y Presidente de la República, así como las medallas de la SCD y la Unesco. La celebración de sus cuarenta años de carrera fue coronada con un gran concierto el 16 de septiembre del 2000 en el Estadio Chile y con Cuarenta años del cantor popular (2000), una antología súperventas que incluye un tema inédito ("A defender la casa", del argentino Julio Azzaroni) y la presencia constante de su guitarrista más fiel, el ya fallecido Roberto Parra (sin relación con el autor de La negra Ester).

El cantautor mantuvo paraleleamente un desarrollado interés por asuntos astrológicos, y fue el creador y fundador de un Centro Integral de Estudios Metafísicos-CIEM. Escribió y editó varios libros: al menos dos de contenido autobiográfico (Páginas de mi diario, 1988; y Los versos numerados, 2012) y otros de conocimiento personal (El mensaje inicial, El mensaje de Sirio, El mensaje terrestre y Q, la isla de los brujos). Pero esa misma condición de guía espiritual se le volvió en contra cuando, durante 2018, tres seguidoras de sus enseñanzas decidieron exponer en público acusaciones de abuso sexual, manipulación psicológica y violación en su contra. Se inició entonces un proceso judicial patrocinado por el entonces SERNAM, y que llevó al músico a ser formalizado y expuesto como tal en medios de todo el país. Se dictó prisión preventiva en su contra, la que fue revocada una semana más tarde en fallo dividido de la Corte de Apelaciones. En enero de 2021, la Fiscalía Centro Norte pidió 34 años de cárcel efectiva para Fernández, en un proceso que nunca llegó a cerrarse pero que opacó severamente su prestigio. De la caída, Fernández no alcanzó a recuperarse antes de su muerte, en febrero de 2023.

Por más de cinco décadas de trabajo, Tito Fernández fue un cantor popular firme en unos pocos y reconocibles recursos. Tal como le decía en 1972 a Ricardo García: «Creo que estoy haciendo lo que quiero, sin necesidad de caer en el juego comercial. Me defiendo y quiero solamente ser Tito Fernández. Con mayúsculas o minúsculas, pero Tito Fernández». Como parte de la colección "Nuestros músicos", la SCD editó una selección de sus composiciones en el libro Antología poética (2003).

Actualizado el 31 de marzo de 2023