Verónica Marinao
Los trucos de la cueca
El bajista Max Cárcamo y los propios Rodrigo Miranda y Pablo Guzmán son los fundadores del grupo y quienes aportaron el primer repertorio. "En 1997 partimos experimentando con la cueca, haciendo poesía popular y lírica. Y como siempre tuvimos vínculos con la música para teatro, queríamos componer canciones que además tuvieran olores e imágenes", explica Miranda.
Su contacto con el músico Mario Bobadilla, del elenco de la obra teatral La negra Ester, les permitió conocer la composición de la cueca. "En ese tiempo estábamos picados (entusiasmados) con la poesía popular, con las décimas de Violeta y Roberto Parra", continúa el propio Miranda. "Por ahí enganchamos. Y el entusiasmo por la cueca creció. La idea de aprender cómo se toca el pandero, por ejemplo, nos llamaba mucho la atención".
En 2001 recuerdan Los Trukeros haber conocido el trabajo de Los Chileneros, tradicional grupo de cuecas que grabó sus primeros discos a fines de los años '60. "Esa cueca nos motivó mucho más de lo que ya estábamos. Pese a que siempre hemos tenido nuestras propias canciones, aprendimos estas cuecas para tener más repertorio", dice el cantante y guitarrista. Los integrantes de la agrupación se fueron enamorando de las cuecas y empezaron, como dicen ellos, a "pegarse los trucos" con más temas propios, al mismo tiempo que sumaban en su memoria letras del cancionero tradicional.
Bravas y de visita
Truqueros, con q, se llamaron hasta 2003, año en que lanzaron su primer disco, Cuecas bravas. Cuando trabajaban en la gráfica de ese trabajo, a Pablo Guzmán se le ocurrió que el nombre quedaba mejor con k y con una r dada vuelta, y el diseñador Carlos Cadenas concretó esa idea estética.
Después de tocar durante todo 2002 en diferentes lugares, Los Trukeros se volcaron a investigar sobre esta tradición. "En el 2003 Nano Núñez y el Baucha (integrantes históricos de Los Chileneros) nos fueron a ver tocar, y a partir del año siguiente empezamos a tener más vínculo con el Nano", dice Miranda. "Se armó una suerte de amistad. Él nunca fue profesor nuestro. Nosotros nunca le pagamos un veinte al Nano Núñez por enseñarnos. Él fue un maestro, pero sin querer serlo. Él decía que los más pillos aprendían no más y que era cuestión de no ser tan leso para entender la cueca".
Dos años más tarde la agrupación lanzó su segundo disco, Los Trukeros de visita (2005), un trabajo que recoge el recorrido que hicieron entre octubre de 2004 y enero de 2005 por una docena de ciudades como Valparaíso, Viña de Mar, Quillota, Rancagua, San Fernando, Curicó y Rauco. En esos lugares, en vivo, el grupo presentaba cuecas inconclusas que el público completaba. En el mismo año participaron también, invitados por el propio Núñez, en el libro-disco Mi gran cueca (2005), donde el veterano cantor relata en décimas la época de oro de la cueca brava.
Chalaila y tumba tumba
Si bien muchas composiciones de Los Trukeros están apegadas en un cien por ciento a la tradición, también se dan el tiempo para experimentar. Prueba de ello es tema "Tumba, tumba", una de las creaciones más exóticas y a la vez desgarradoras de su generación, con ritmo de cueca, pero con singulares concesiones que rompen la estructura purista. Esa canción es uno de los importantes aportes de Dángelo Guerra, acordeonista y cantor que en 2006 dejó de pertenecer a los Trukeros.
Al año siguiente el grupo centró su disco Los Trukeros de chilena (2007) en cuecas tradicionales. Grabaron 27 chilenas con más de cien años y sólo cuatro composiciones propias, con el objeto de mostrar cómo se hacían las fiestas populares de antaño. Para entonces ya estaban en condiciones de lanzar una antología de sus primeros diez años, con temas como "El siete homicidios", "El chalaila" y "Ramito de flores": es Los Trukeros (2008), que contiene quince canciones y es más "moderno" que los anteriores, con dos trompetistas invitados, un saxofonista, guitarra y bajo eléctricos y una sonoridad más fusión (aunque les carga esa palabra manoseada) que incluye rock y jazz. No obstante nadie podría discutir que el disco forma parte de la tradición musical chilena.
En sus siguientes tres grabaciones el grupo se ha dedicado a explorar en otras tantas temáticas: el fútbol como expresión popular en Cuecas mundiales (2010), los oficios del circo en Maromero (2011) y, después de una pausa más extensa en que Los Trukeros decantaron su formación en Pavel Aguayo (voz), Rodrigo Miranda y Diego Cabello (voces y guitarras), Máx Cárcamo (voz y bajo) y Gato (batería), una aproximación al valle del Mapocho desde una perspectiva histórica y geográfica en su disco Mapocho (2018).
"Tenemos la capacidad de hacer todo eso artístico arriba del escenario, pero somos una agrupación a la chilena, porque nosotros en cualquier esquina te armamos una fiesta y no nos gusta abandonar la calle por lo mismo. Ése es nuestro nutriente más importante, donde más sentido cobra todo, la cueca, los versos, la improvisación", dice Miranda refiriéndose a las presentaciones que normalmente realizan los sábados en La Vega, en los patios de las verduras. Es la magia o el gran "truco" de esta banda cuya característica más identificadora es su pasión por el arte callejero.