Carmen Prieto

La línea cronológica de un bolero hecho en Chile largamente suspendido tras el época de oro de la industria discográfica y la radiofonía, se retomó a la manera solística cuando la joven cantante Carmen Prieto Monreal apareció en abril de 1990 en el Café del Cerro junto a un pequeño ensamble guitarras y percusiones cubanas. A través de su voz morena se replanteaba la fuerza poética y musical de aquellas canciones desagarradoras.

Fechas

Concepción - 03 de junio de 1965

Región de origen

Biobío

Décadas

1980 |1990 |2000 |2010 |2020 |

Géneros

Carmen Prieto

Iñigo Díaz

En adelante su nombre fue detención obligatoria en el género, y mientras el cantante Douglas apareció entre las luces de los sets televisivos para hacer un bolero mediatizado (una línea que tuvo a su máxima figura a Lucho Gatica), Carmen Prieto escogió siempre el ambiente íntimo del pequeño escenario para redoblar las fuerzas sobre el bolero cubano de raíz (con la figura de Sonia la Única como modelo).

Proveniente de una familia ligada a la música docta (es hija del concertino de las orquestas Filarmónica y Sinfónica de los años '60, Mario Prieto), Carmen Prieto vivió un pequeño prólogo como artista. Primero fue actriz. Y además encarnó a la primera Negra Ester, cuando en 1988 se montó en el Teatro Abril una temporada de canciones y recital de décimas con el propio Roberto Parra en el escenario. Acto seguido, Prieto grababa su primer álbum de boleros, genéricamente titulado Boleros (1989), incluso antes de debutar frente a un público. Sus canciones ariete fueron los cubanísimos “Tres palabras” (de Osvaldo Farrés) y “Corazón rebelde” (de Beny Moré).

Cerca de la medianoche: los cancioneros
Los '90 le pertenecen casi en su totalidad en términos de interpretación. Desde 1991 y hasta 1998 cantó en sucesivas versiones del festival cubano Boleros de Oro, en espacios como el Teatro Nacional de La Habana o el Teatro Carlos Marx y delante de orquestas de cuerdas y big bands de metales. En 1994 impactó al público habanero con “Me desordeno” (del álbum Me desordeno, 1993), poema de la cubana Carilda Oliver musicalizado por el guitarrista chileno Edgardo Riquelme. Hasta ahí, Carmen Prieto había utilizado el formato de guitarras y percusiones latinoamericanas. En 1995 su música entró en la dimensión de la fusión regional cuando incorporó piano jazzístico, bajo eléctrico y tumbadoras (el colombiano Gonzalo Prieto, su principal colaborador). Con nueva banda itineró desde La Maestra Vida, al Pub La Rosa y editó su cuarto álbum, Prende la candela (1995).

Deseos y encantos (2000) marcó unos de sus más altos momentos. Por primera vez Carmen Prieto grababa únicamente boleros de autores chilenos. Y si ya había cantado “Noche callada” (de Jaime Atria) desde sus primeros movimientos en 1988, en su quinto álbum ampliaba los límites al incluir antiguas canciones de Luis Advis (“Por ti”) y de Valentín Trujillo (“Hoy te amo”), además de piezas inéditas escritas para ella por músicos de otros círculos musicales: Joe Vasconcellos (“Sentidos”), Mario Rojas (“Corazón”) y Elizabeth Morris (“Desolación”). La misma Carmen Prieto estrenaba poesía de alto contenido bolerístico, sus primeras letras convertidas en canciones: “A veces” y “Evocación”.

En 1999 cambia la estación cubana de viaje por escenarios colombianos de Cali, Cartagena y Bogotá, donde actúa nuevamente con orquestas de fondo en calidad de estrella internacional. Y de regreso al estudio de grabación alterna sus boleros sanguíneos con nueva música morena latinoamericana: en sus Cancionero nocturno (2002) y Bienvenido Perú (2004) incorpora cumbia colombiana, candombe uruguayo y vals peruano. Es el momento de una Carmen Prieto en plena adultez musical como la figura de la proyección, tras los nombres de Nelly, Palmenia y Rebeca. Tanto así que llegó incluso a ser decretada por la plana mayor de unos Huasos Quincheros con seis décadas de acción, como la más importante continuista entre las voces chilenas del bolero.

Actualizado el 13 de junio de 2023