Paula Batarce

El Café del Cerro Castillo de Viña del Mar fue el punto de partida y consolidación para la cantautora Paula Batarce, quien estableció allí su refugio personal con presentaciones que no sólo se convirtieron en uno de sus discos más íntimos (Paula Batarce en el Café del Cerro Castillo, 2002): también convirtieron a Paula Batarce en una artista porteña sin ser fundacionalmente porteña. Dos décadas de estada en el eje Valparaíso-Viña-Concón dejaron atrás su origen talquino y su paso por la capital, y desde ahí la proyectaron como una de las voces del puerto en la década de 2000.

Fechas

Talca - 13 de noviembre de 1965

Región de origen

Maule

Décadas

1990 |2000 |2010 |2020 |

Géneros

Paula Batarce

Durante los ’80, Batarce llegó a participar de shows frente a las cámaras de “Sábados gigantes” como integrante de un clan juvenil que además acreditaba los inicios de voces como las de Luis Jara y Myriam Hernández. Ahí Batarce interpretaba baladas románticas y fue en ese contexto que conoció al histórico compositor Ariel Arancibia. Juntos trabajaron en la canción “El niño del volantín”, que llegó a la competencia folclórica del Festival de Viña del Mar de 1985.

Instalada luego en Valparaíso en 1996, una Paula Batarce autora y cantante en el olvido desde los tiempos del festival viñamarino, volvió a repuntar. Ese año regresó al trabajo de creación de canciones, que luego llegarían a su primer disco, Viaje al corazón (pronto lo presentaría cada semana en ese Café del Cerro Castillo). Más tarde editó Pasajera de los sueños (2003, con piezas como “De tu mano” y “Agua y mar”), grabado en el estudio de Fernando González (guitarrista y fundador de Congreso).

El vínculo con el mayor de los hermanos González le permitió trabajar en conjunto un tercer álbum de canciones, algunas compuestas y arregladas por el guitarrista, con una orientación menos intuitiva y mejor guiada en el estudio de grabación. Se llamó Puerto destino (2004) y definió el destino porteño de Batarce. Además produjo un giro desde la canción acústica hacia la integración de elementos del pop latino, la balada y la world music, que finalmente se verían expuestos en el siguiente álbum, presentado desde la portada como una colaboración bilateral entre Batarce y González: A Gabriela Mistral. Amo amor (2005) —que tuvo luego una continuidad con Amor a pedazos (2008)—, donde la dupla musicalizó poemas del libro Desolación (1922) al cumplirse los 60 años de la consecución del Premio Nobel y que le valió a la cantante una nominación al premio Apes de 2005 como mejor intérprete.

Actualizado el 10 de diciembre de 2020