Marisol García C.
El grupo porteño vivió su exilio en Alemania, donde desarrolló por años un trabajo en vivo esporádico, con Roberto Rivera como único integrante fundador.
«Nadie en el mundo nos puede parar»
Crear, sencillamente, un «grupo de música popular» motivó en 1965 la reunión de Roberto Rivera con los hermanos Raúl y Sergio Sánchez en una sociedad primero bautizada de modo literal (Conjunto de Música Popular de Valparaíso) y luego convertida en el Conjunto Tiemponuevo. Así definió Rivera el breve manifiesto de intenciones de sus inicios: «El uso de ritmos que eran populares para la mayoría de los chilenos, fueran o no folclóricos —tales como cumbias, boleros, valses al estilo peruano, negro-spirituals, rock, corridos—; todos con textos movilizadores que abrieran alternativas y no se quedaran en la mera y simple protesta, y la mezcla de instrumentos modernos y folclóricos».
Su origen los asoció a la Peña de Valparaíso, y a cantautores de la zona como Osvaldo Gitano Rodríguez y Payo Grondona. A su primer LP, Conjunto de música popular Tiemponuevo de Valparaíso, este último autor aportó las letras de canciones como "Yo no sé decir adiós" y "Los sobrinos", en una etapa en que el grupo se afianzaba gradualmente en la composición de su obra. El disco apareció bajo etiqueta Peña de los Parra («fue un honor, pues Ángel Parra nos produjo sin ser nosotros parte de los artistas de su peña», explicaron). Su inquietud entonces era, según Rivera, «encontrar el folclor de Valparaíso. Y empezamos a usar ritmos que la gente usaba en la ciudad, dándole un contenido con los textos».
Luego de ese primer álbum, Rivera asumió el crédito autoral principal del repertorio del grupo (así lo demuestra otro álbum homónimo al debut, publicado el mismo año por Dicap); más allá de citas puntuales a la obra de Violeta Parra, Daniel Viglietti y el propio Ángel Parra. Ya en ese primer LP el grupo había inscrito acaso su canción más conocida: "Hemos dicho basta", un himno movilizador y ambicioso (que habían conocido en Uruguay, aunque con nuevos arreglos y letras) que se imponía la meta del cambio social a partir del hastío por las desigualdades («Ya son demasiados / que la pasan mal / Hemos dicho basta / y echado a andar / Nadie en el mundo nos puede parar»). Era un himno enérgico, que debía cantarse como entre signos de exclamación, y que acercó al grupo al fervor del canto comprometido en su etapa más interesante. En 1968, por ejemplo, su nombre se unió al de Quilapayún, Inti-Illimani, Isabel y Ángel Parra, Payo Grondona y Osvaldo Gitano Rodríguez en el primer Festival de la Canción Comprometida en la Universidad de Chile, vicerrectoría de Valparaiso —entonces en toma—, organizado entre La Peña de los Parra y el Instituto Chileno-Cubano de Cultura.
La campaña presidencial de Salvador Allende los ocupó más sistemáticamente a partir de 1969, y definió también las letras de sus canciones, puestas al servicio del proyecto socialista y la nueva conciencia colectiva. El grupo fue parte de la avanzada cultural que apoyó y sustentó el proyecto de la Unidad Popular, y como representantes de ese gobierno recorrieron parte de Latinoamérica y de Europa. Su cancionero de esos años reflejó directamente aquel vínculo, con textos de total adhesión al programa, como "Lo lograremos" y "Canción para el hombre nuevo". Su sonido se hizo también parte del cine realista que distinguió la filmografía chilena de la época, con canciones inscritas en las bandas sonoras de Ya no basta con rezar, de Aldo Francia, y Con estas manos, de Carlos Böker; además de documentales como Informes (Miguel Littin) y Anda, recorre el país.
El 11 de septiembre de 1973, al ya legendario último mensaje de Salvador Allende a través de radio Magallanes, poco antes de su suicidio, le siguió la emisión de "No nos moverán", según recuerdo de Roberto Rivera.
Desde Europa
Su drástica salida al exilio, en septiembre de 1973, los obligó a una residencia temporal en Buenos Aires, donde grabaron y editaron Por Chile! Venceremos (1973) para el sello Nueva Idea (de César Isella), y de nuevo con parcial colaboración de Payo Grondona. Pero en marzo de 1974, antes siquiera de poder ver editado ese álbum argentino, el grupo debió viajar a Alemania Oriental, donde se establecieron y radicaron definitivamente luego de que el Comité de Solidaridad Argentino con Chile les advirtiera que no podía «garantizar su seguridad».
Como muchos otros nombres de la Nueva Canción en el exilio, el grupo mantuvo en Europa una agenda activa de trabajo, con conciertos permanentes y composiciones para montajes de teatro y documentales, además de publicaciones grabadas y publicadas en la RDA. Se mantuvo Roberto Rivera como director, y en la lista de ex asociados suyos en Europa figuran un par de músicos peruanos y algunos chilenos renombrados en otros proyectos, como José Miguel Márquez (Illapu), Patricio Castillo y Payo Grondona, entre otros. Según Rivera, en su sonido de los 2000 Tiemponuevo «mantiene algunos principios que caracterizan al grupo desde sus inicios: No dejarse encasillar en el uso de ritmos, instrumentos ni armonías; y mantener en los textos y melodías la sensibilidad necesaria para reflejar las inquietudes, intereses y anhelos que tocan al ser humano».
Despedida
En 2016, Tiemponuevo no sólo anunció su final como grupo, sino que decidió una despedida en Chile, el país dejado atrás hacía cuatro décadas. Varios conciertos populares en Santiago y Valparaíso durante el mes de octubre sellaron su largo recorrido. «Tocar como yo quería: con la gente», explicó Roberto Rivera en su despedida.