Domingo Santa Cruz Wilson

Compositor, gestor, impulsor y administrador, Domingo Santa Cruz cumplió un rol trascendente en la institucionalidad musical en Chile durante cuatro décadas y entidades cruciales como la Orquesta Sinfónica de Chile, el Ballet Nacional Chileno y la Facultad de Artes de la Universidad de Chile fueron establecidas gracias a sus esfuerzos. El musicólogo Juan Pablo González define a Enrique Soro (n. 1884), Pedro Humberto Allende (n. 1885) y Domingo Santa Cruz (n. 1899) como la tríada fundamental de la primera composición musical en Chile durante el siglo XX.

Fechas

La Cruz, Valparaíso - 05 de julio de 1899
Santiago - 06 de enero de 1987

Región de origen

Valparaíso

Décadas

1910 |1920 |1930 |1940 |1950 |1960 |1970 |

Géneros

José Oplustil

Santa Cruz estudió composición de manera privada con Soro y se graduó como abogado de la Universidad de Chile en 1921. Mientras era secretario de la embajada chilena en España, entre 1921 y 1924, continuó su formación musical con Conrado del Campo. En 1927 dejó el servicio diplomático y se concentró en la música. Una década antes había organizado un grupo coral, la Sociedad Bach, que estrenó su Te Deum Op.4 en 1919, pero sólo después de su retorno de Europa en 1924, el coro comenzó un periodo de intensa actividad pública que duró hasta su disolución en 1932.

Con este conjunto, Santa Cruz introdujo al público chileno repertorio polifónico renacentista y obras mayores como el Oratorio de Navidad, de Bach. Además de interpretar música, la Sociedad Bach inauguró su propio conservatorio, fundó la revista musical “Marsyas” y ejerció un rol fundamental en la reorganización y el progreso de la vida musical en Chile.

Reformando la institucionalidad musical
Santa Cruz fue invitado por el Ministro de Educación a tomar parte en la reforma del Conservatorio Nacional en 1928 y se unió entonces a la entidad como profesor de historia y análisis. En 1930 estableció la Facultad de Bellas Artes y esto condujo a la transferencia del conservatorio desde el Ministerio de Educación a la Universidad de Chile.

En 1933 fue elegido decano de esa facultad y fue reelegido consecutivamente como tal hasta 1951. Volvió a ser decano desde 1962 hasta 1968.

Sus logros en esos años fueron notables: fundó la Asociación Nacional de Conciertos Sinfónicos (1931), el Instituto de Educación Secundaria (1933), la Revista de Arte (1934-42), la Asociación Nacional de Compositores (1936), el Departamento de Extensión Artística en la Universidad de Chile (1939), el Instituto de Extensión Musical (1941), la Revista Musical Chilena (1945), el Instituto de Investigaciones Musicales (1946), los festivales y concursos de música chilena (1948), el Instituto Interamericano de Educación Musical (1960), el Consejo Chileno de la Música (1963), la radio del IEM (1967) y la Academia de Bellas Artes del Instituto de Chile (1967).

Mientras la fundación de la Facultad de Bellas Artes implicó que la música y la plástica lograran por primera vez el rango de disciplinas universitarias en Chile, el Instituto de Extensión Musical fue vital para integrar a la Orquesta Sinfónica de Chile, inaugurada oficialmente en 1941, el Coro  Universitario y el Ballet Nacional, fundados en 1945.

Paralelamente impulsó el intercambio cultural para las artes plásticas y la música, lo que permite a Juan Orrego Salas y otros compositores chilenos realizar estudios avanzados en los Estados Unidos. Y al ejercer como profesor de composición en el Conservatorio desde 1942, influye de manera considerable como maestro de autores como Gustavo Becerra, Carlos Botto, el peruano Celso Garrido Lecca, Juan Orrego Salas y otros.

Santa Cruz también fue un participante activo en conferencias internacionales como vicepresidente y presidente del ISME, presidente del IMC y presidente del Consejo Interamericano de Música. Entre los premios que obtuvo estuvieron la membresía honoraria y el título de profesor emérito en la facultad de música de la Universidad de Chile, la condecoración de oficial de la Legión de Honor y la membresía en la Academia de Bellas Artes de Argentina. Además, ganó becas Rockefeller y Guggenheim, así como recibió encargos y otros premios, como el Nacional de Arte mención música en  1951.

Música y reflexiones de Santa Cruz
El catálogo de obras de Santa Cruz incluye unas ochenta partituras, la mayoría corales y vocales, aunque también hay cuatro sinfonías, tres cuartetos de cuerdas y una sonata para cello y piano, su última creación, fechada en 1975. Su actividad como compositor se habría iniciado en 1917, pero su  primera obra conocida es “Te Deum" (1919), y luego figuran "Cantos de soledad" (1926) y "Viñetas para piano" (1925-27). Desde
entonces, el lenguaje de Santa Cruz revela características que se mantendrían a través de su carrera, como por ejemplo, una preferencia por armonías dramáticas, líneas muy cromáticas, contrapunto abundante y densidad de texturas. Aunque su arte evita el virtuosismo instrumental y la escritura colorística, así como está arraigada en la música de los contrapuntistas del siglo XVI y el estilo fugal de Bach, mantiene un lazo con tratamientos  rítmicos y melódicos de origen español.

Santa Cruz fue uno de los primeros compositores chilenos en abordar géneros como el cuarteto de cuerdas y la sinfonía, aunque en el terreno orquestal alcanzan particular difusión los “Preludios dramáticos Op.23”. Igualmente famosa es “Egloga Op.26”, pieza vocal sobre un poema de Lope de Vega, y los “Madrigales Op.17”, calificados por Alfonso Letelier como “lo mejor, no sólo de la obra vocal de Santa Cruz, sino de cuanto se ha escrito en el país, para voces”. El contacto con la música europea de post guerra afectará levemente la música del autor y estimulará algunos cambios  estilísticos.

Una de las preocupaciones importantes de Santa Cruz durante su carrera fue difundir la música moderna, claro que incorporándola dentro de los  conciertos tradicionales y no en ocasiones especiales o exclusivas. Solamente así podría acercarse al aficionado y estimular la inquietud de los auditores. Por lo mismo, era vital que la radio difundiera de manera constante la creación moderna y que la educación musical fuera reajustada “a las verdades actuales” para que los futuros oyentes, entraran a la música con un criterio amplio. Finalmente, Santa Cruz abogaba porque la música chilena ocupara sistemáticamente una parte en cada concierto y “ser objeto de igual cuidado e interés que el que se concede a las composiciones tradicionales, sin apartarla de la vida total de los conciertos”.

Actualizado el 26 de abril de 2016