David Ponce
En un singular alcance de nombres que puede motivar alguna confusión, al menos tres personas públicas se llaman Nicanor Molinare en la reciente historia cotidiana chilena. El primero es el cronista Nicanor Molinare, veterano de la Guerra del Pacífico. El más reciente es el relator radial Nicanor Molinare de la Plaza, figura del periodismo deportivo de viejo cuño. Y el tercero es Nicanor Molinare Rencoret, compositor, cantante, actor de cine y humorista chileno.
En radio, en cine y en partitura
Molinare Rencoret nació en Santiago en 1896. Estudió en el colegio de los Padres Franceses y al mismo tiempo tomó clases de canto con el profesor Gaudio Mansuetto, quien unos años más tarde educaría también a un joven Francisco Flores del Campo. El inicio de su carrera data de 1937, año en que viajó a Argentina e hizo sus primeras canciones, ‘‘Catapún chin chin’’ y ‘‘Yo no pongo condiciones’’.
Fue el comienzo de un trabajo prolífico. Su éxito inaugural fue un corrido: ‘‘Chiu-chiu’’ (1937). Escribió canciones como ‘‘Cura de mi pueblo’’, ‘‘Mantelito blanco’’, ‘‘Viejo pregón’’ (1942) y ‘‘En la puerta de mi rancho’’ y las tonadas ‘‘Cantarito de greda’’ (1940) y ‘‘Oro purito’’ y ‘‘El andariego’’ (1939). Catalogadas bajo el rótulo de ‘‘estilo’’ figuran sus composiciones ‘‘Cocorocó’’, ‘‘Galopa, galopa’’ y ‘‘Catapún chin chin’’, y compuso el vals ‘‘El organillero’’ y el pregón ‘‘El yerbatero’’.
A menudo fue además intérprete de sus propias obras y grabó ‘‘Viejo pregón’’, ‘‘Cocorocó’’, ‘‘El organillero’’ y ‘‘Aromo madrugador’’. Construidas sobre las elementales armonías de dos o tres acordes, algunas de sus canciones se parecen entre sí, con métricas similares y pocas diferencias melódicas, como en sus característicos versos ‘‘Cura de mi pueblo, que en tus oraciones / a Dios siempre ruegas por todos nosotros’’ y ‘‘Mantelito blanco de la humilde mesa / Donde compartimos el pan familiar’’.
Tal como Clara Solovera y Francisco Flores del Campo, Molinare escribió canciones sobre el paisaje y las costumbres chilenas, pero además retrató ante todo personajes tradicionales en ‘‘Cura de mi pueblo’’, ‘‘El yerbatero’’, ‘‘El organillero’’ o ‘‘Viejo pregón’’, una añoranza de los serenos de la época colonial. A tono con la enseñanza escolar de estas canciones que sería impuesta décadas más tarde, un espíritu ingenuo se desprende de los diminutivos de ‘‘Cantarito de greda’’, ‘‘Mantelito blanco’’, ‘‘Oro purito’’, ‘‘Palomita callejera’’ y ‘‘Galopa, galopa’’ y de las onomatopeyas de ‘‘Cocorocó’’ y ‘‘Chiu-chiu’’.
Molinare también fue comediante y actor de cine. ‘‘Artistas de radio participarán en la fiesta en beneficio de los Fondos de Auxilio de Guerra, en la embajada de Estados Unidos (...) participarán los humoristas Nicanor Molinare y Rolando Calcedo’’, citaba una nota del diario El Mercurio el 30 de marzo de 1945, hacia fines de la Segunda Guerra. El 24 de diciembre de 1948, el mismo diario anunciaba un concierto al aire libre. ‘‘En el Parque Bustamante, frente a calle Jofré, se efectuará un gran festival de Navidad organizado por la Universidad de Chile, mañana a las 7.30 P.M. (…) Nicanor Molinare ofrecerá una interpretación de sus mejores y más aplaudidas creaciones. También estará ‘Monicaco’’’.
La copucha reventó
El actor figura en el reparto de las películas chilenas Dos corazones y una tonada (1939), de Carlos García Huidobro, junto a Rafael Frontaura y Ester Soré; La rosita de Cachapoal (1952), de Enrique Soto Toro, y el musical Hollywood, ciudad de ensueño, de José Bohr. Escribió la música de El padre Pitillo, película de Chile Films con Lucho Córdoba y Chela Bon estrenada el 12 de febrero de 1946 en los cines capitalinos Santa Lucía y Continental. Y presentó las diversas y constantes versiones de ‘‘La copucha’’, que años después aprendería y explotaría la cantante de la Nueva Ola y comediante Gloria Benavides: fue Nicanor Molinare el que inventó esa canción basada en chismes cantados y satirizados, que escribía sobre la marcha, publicaba en la revista ‘‘Topaze’’ y cantaba en la Exposición Ganadera de la Quinta Normal.
Ése fue el escenario de su última actuación. En 1956 Molinare interrumpió una gira por Francia, España, Alemania e Italia y volvió a Chile, donde murió al año siguiente, en octubre de 1957, a los sesenta años. Había sido artista de RCA Victor y su primer éxito llegó hasta Hollywood: ‘‘Chiu-chiu’’ fue incluido en la película Bailando nace el amor (You were never lovelier, 1942), protagonizada por Rita Hayworth y Fred Astaire, con música de Jerome Kern y la orquesta de Xavier Cugat.
La misma canción es la que abre Días de radio en Chile (2003), el disco con que el musicólogo Juan Pablo González reconstituyó medio siglo después la era de esplendor de la radiofonía chilena. Y el conjunto folclórico formado por los abuelos de la Casa del Adulto Mayor de Peñaflor, ciudad homenajeada en ‘‘Cantarito de greda’’, es un homenaje de vuelta: ese grupo se llama Nicanor Molinare.