Monna Bell

A los ojos de miles, Monna Bell fue una cantante mexicana. En ese país coronó el éxito de su carrera, y fue allí que su estilo lleno de gracia y matices interpretativos cosechó los más sonoros elogios. El famoso Juan Gabriel describió a Monna Bell como «mi maestra, mi amiga, la artista que más he admirado en mi vida», sabiendo, eso sí, que hablaba de una mujer chilena, nacida como Ana Nora Escobar en Santiago pero con un talento apenas reconocido entre sus compatriotas.

Fechas

Santiago - 05 de enero de 1938
Tijuana (México) - 21 de abril de 2008

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1940 |1950 |1960 |1970 |

Géneros

Monna Bell

Marisol García

Entre públicos diversos y gracias a varios éxitos —como "El telegrama" y "Tómbola"—, la voz de Monna Bell se erigió como medida de interpretación romántica. Durante los años sesenta, su nombre se inscribió en el circuito de festivales del verano español, como el de Benidorm, y se asoció a las grandes orquestas latinoamericanas de su tiempo, de Chucho Valdés a José Sabre Marroquín. Sus grabaciones pueden encontrarse hoy en CDs que compilan los muchos EPs grabados por la chilena durante las décadas de los sesenta y setenta. Para las nuevas generaciones, su voz terminó de masificarse cuando Pedro Almodóvar eligió su versión de "Estaba escrito" para musicalizar parte del filme Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980).

Voz de orquesta internacional
El grueso de la información biográfica de Monna Bell se recoge de artículos y notas redactadas en el extranjero. La cantante fue casi ignorada por los grandes medios de comunicación chilenos, pese a los asombrosos logros que alcanzó primero en España y luego en México, su país de más larga residencia.

Desde niña, Bell había mostrado interés en la música, y en los años cincuenta se convirtió en nombre habitual de concursos radiales en Chile, sobre todo en radio Minería. En 1955 comenzó a grabar para RCA junto a la orquesta de Don Roy y consiguió puestos estables en el hotel Waldorf y el Casino de Viña del Mar como lady-crooner. En eso se ocupaba cuando lo contactó la prestigiosa orquesta de Roberto Inglez, el músico británico que llegó a Chile como pianista de Lucho Gatica, y que la invitó a tres semanas de presentaciones en Estados Unidos. Así, la cantante pisó con propiedad dos escenarios que jamás cedieron ante otros compatriotas: el del hotel Waldorf-Astoria, en Nueva York, y el del show de Ed Sullivan, en la televisión de Estados Unidos. Las tres semanas se convirtieron en casi un año completo de residencia en Manhattan.

La banda se trasladó más tarde a Europa y se estableció en Madrid hacia el año 1957. Su éxito en el mítico club Pasapoga, tentó a Monna Bell con una agenda solista. La apuesta de independencia fue acertada: la cantante se mantuvo ocupada en escenarios de casi toda España, y algunos de Francia, Italia, Finlandia y Holanda. En 1959, la chilena se presentó y ganó el primer festival de Benidorm con el tema "El telegrama", compuesta por los hermanos García Segura y un verso inolvidable en el inicio: «Antes de que tus labios me confirmaran que me querías / ya lo sabía, ya lo sabía». La canción ha tenido infinitas versiones.

Fue el impulso definitivo para la carrera solista de la cantante, quien se convirtió en nombre fijo de Benidorm durante varios años, y comenzó la edición de una seguidilla de discos 45 para Hispavox, sello con el cual mantuvo contrato entre 1957 y 1967, y cuya promoción la llevó varias veces a México (se registra, de hecho, su participación en tres películas mexicanas filmadas entre 1962 y 1964).

En los siguientes años, se sucedieron éxitos como "Don Quijote", "Eres diferente", "Comunicando", "Todo es nuevo" y "Envidia". Su éxito mayor terminó siendo "Tómbola", una canción popularizada más tarde por la estrella juvenil española Marisol (Pepa Flores). Directores como Augusto Algueró Jr, Gregorio García Segura y Bebo Valdés fueron acompañantes habituales de las sesiones de grabación de Monna Bell, cuyos discos se escuchan hoy como impecables registros de una canción romántica internacional, adornada por la gracia innata de una cantante hábil en los matices y de casi irresistible coquetería.

La onda de Monna en México
Su mudanza a México se efectuó en la década de los setenta, años después de haber contraído matrimonio con el empresario cinematográfico español Alex Philipps Jr. Allí sus grabaciones bajaron en frecuencia y calidad debido a un poco ventajoso contrato con la disquera Orfeón (también grabó para Musart), caracterizado por grabaciones de mal sonido y dudoso criterio editorial (como la versión disco de "Un telegrama", publicada en plena fiebre por ese estilo de baile).

En un local llamado El Marlín la conoció un quinceañero Juan Gabriel, quien trabajaba allí como mesero. «Cuando escuché su voz, para mí fue una caricia», rememoró años más tarde el cantante en un texto especialmente escrito para una antología de la chilena. «Me motivó, me encontré y la encontré en esos minutos necesarios de la realización de un adolescente. Crecí buscándola. Quería saber quién era esa persona que me había hecho sentir así».

Cuando Juan Gabriel ya se había convertido en estrella internacional y la chilena se acomodaba en su voluntario retiro de los escenarios, el cantante la convenció de grabar juntos un nuevo disco. Juan Gabriel ejerció como compositor y productor de Ahora (1993), un álbum que llegó a editarse años después de su grabación por aparentes problemas con la casa discográfica del mexicano. Fue una mala suerte que terminó de descorazonar a la chilena por perseverar en su carrera musical (cuya mala suerte en México, se rumoreó mucho tiempo, podía guardar relación con una lista negra de la cadena Televisa). En el citado texto de Juan Gabriel, el cantante reflexiona en torno a que «como a Monna Bell le gusta hacer las cosas con mucha calidad, ha tropezado con gente que no le ha correspondido, que no le han hecho justicia ni le han dado el trato de calidad que ella merece». Mucho más interesante resulta pesquisar su colaboración con el arreglador venezolano Aldemaro Romero, con quien la chilena grabó en 1970 un peculiar homenaje a la música popular mexicana acompañada de músicos de jazz y hasta con tintes de bossanova (La onda nueva en México).

Desde los años ochenta en adelante, la cantante rara vez interrumpió su retiro, a veces para actuaciones en Las Vegas. No se recuerdan apariciones suyas en Chile. Durante su presentación de 1997 en el Festival de Viña del Mar, Juan Gabriel hizo una pausa para pedir un aplauso para «una mujer que ha extrañado mucho su tierra, mi reina adorada: Monna Bell». Y aunque la cantante accedió a ponerse de pie y saludar al público, se trató de una aparición fugaz, sin mayores beneficios para la escasa difusión de su música en el país.

Si se volvió a escribir de Monna Bell localmente fue por la lamentable noticia de su muerte, en abril del año 2008. La cantante sucumbió a un cáncer de colon y una trombosis en el hospital de Tijuana, ciudad en la que había fijado residencia y se mantenía cerca de sus dos hijos. En su nota de obituario, radio Cooperativa fue elocuente en una perplejidad que compartieron entonces muchos compatriotas: «Gran cobertura internacional para muerte de cantante chilena», se dijo entonces de una voz continental, que algunos eligen recordar como la versión femenina de Lucho Gatica.

Actualizado el 27 de mayo de 2021