Marisol García
Crítica desde el pop
La Facultad de Artes de la Universidad de Chile fue un valioso escenario de amistades y contactos para Robert Rodríguez, un peruano llegado a Chile durante su adolescencia, y con una desarrollada afición por el pop y rock británicos. En esa sede académica conoció a Jorge Silva y Waldo Castillo, dispuestos a seguirlo en su sueño de formar una banda pop, cuando aún «pop» era una mala palabra en el ambiente creativo chileno.
Allí también conoció a Jorge González, a quien lo unieron inmediatamente gustos musicales en común e ideas parecidas sobre el entarimado cultural de la época. Ambos se hicieron amigos, afirmaron sus respectivas bandas casi al mismo tiempo, y tanto Los Prisioneros como Banda 69 se integraron con enorme convicción a la precaria vida musical de los años del pinochetismo. Parte de esta historia se cuenta con detalle en el libro Las voces de los 80.
Bajo su envoltorio pop, pulsos pensados para la pista de baile y trajes de estricta adhesión new wave, Banda 69 era un grupo de intención crítica, pero con agenda propia: letras contra el abuso jerárquico, las ínfulas exitistas, la hipocresía del mundo político y lo que ellos consideraban era la abulia juvenil mal articulada desde la izquierda. «Esa actitud de estar escuchando música en peñas o estar canturreando en una fiesta la encontramos muy fome», le detallaba Rodríguez a La Bicicleta en enero de 1986. Su distancia de los circuitos entonces asociados a la resistencia política les acumuló recelos por una supuesta frivolidad. Ni siquiera las letras abiertamente sociales de “El presidente” o “Al son de nuestras penas” («nuestras leyes nos dan risa / nuestros jefes nos dan pena») legitimaron al grupo como una banda tanto o más rebelde que las que entonces llenaban el Café del Cerro. En "Sacúdete el complejo de tu generación", Rodríguez se animaba en una reflexión de innegable parentesco con la que años antes habían enarbolado Los Prisioneros en "La voz de los 80": «¿Qué diablos le pasa a nuestra juventud? / Tan amarga y aburrida es su actitud / ¡Que mentalidad! Viven para envejecer, sueñan con jubilar. / Se han tomado muy enserio su papel / de juventud comprometida con el dolor».
En la citada entrevista con La Bicicleta, el redactor Cristián Galaz advertía que el trío componía «dentro de una onda medio retro y misteriosa, y sus canciones relatan historias completas, al más puro estilo comics. La Banda 69 parece estar creando profusamente desde las sombras del anonimato, y son de aquellos que se animan a dar sorpresas».
Durante su breve carrera, Banda 69 debió luchar contra la permanente falta de medios o un manager dispuesto a guiarlos hacia una adecuada promoción. Gran parte de sus primeros ensayos y recitales se hicieron con instrumentos prestados por Los Prisioneros. Jorge González —quien en entrevistas había definido a Banda 69 como «el mejor grupo pop que ha salido después del nuestro»— decidió ejercer de productor artístico y ejecutivo del único álbum del grupo (aunque su nombre aparece en los créditos bajo diversos seudónimos). Banda 69 (1988) apareció cuando ya el boom pop comenzaba a replegarse, y logró ubicar sólo tibiamente en radios dos singles merecedores de mejor suerte: “Fantasías sexuales” y “La espía que no me amó”. El único cassette de Banda 69 combinaba códigos pop, ska y punk, y se acomodaba, además de la citada crítica social, en sentidas canciones de amor ("Hasta morir", "Poder olvidar"), que daban cuenta de una profundidad y erotismo muy por encima del estándar de la balada.
Aunque el grupo dice «nunca haber dejado de trabajar», su carrera desde el año 1989 se detuvo casi por completo. Rodríguez se ocupó como guitarrista invitado en la gira de promoción de Corazones, de Los Prisioneros, y luego en la banda solista de Jorge González. Más tarde se unió a Jardín Secreto, el grupo de Miguel Tapia y Cecilia Aguayo.
Rearticulación
En 2007, luego de tres años de residencia suya en Francia, Rodríguez anunció el regreso de Banda 69 con sus integrantes originales, nuevos conciertos y la grabación de un disco. Ese trabajo, Pasiones, se registró en Chile tres años más tarde, pero no alcanzó a definir un rumbo estable para la banda, pese a presentaciones posteriores intermitentes en Francia y Chile, y a una serie de presentaciones de 2016 presentada como «Gira nacional… El reencuentro». Hasta el 2020 mantuvieron una intermitente actividad en vivo.
Actualizado el 07 de octubre de 2021