Rodrigo Alarcón

La del 7 de julio de 2007 quedó registrada como la noche en que Föllakzoid hizo su debut en el Club Mist, que por aquella época fue uno de los lugares que acogió a una naciente escena que también conformaban a bandas como La Hell Gang, The Holydrug Couple, Cindy Sisters y Watchout!, y que se vincularon además con grupos de mayor recorrido, como The Ganjas o incluso Familea Miranda.

Föllakzoid es uno de los grupos fundacionales de BYM Records, etiqueta que publicó su disco debut homónimo en 2009, pero su música pronto llamó la atención del sello neoyorquino Sacred Bones, tal como ocurrió con sus cercanos The Holydrug Couple. A partir del EP homónimo del mismo año, la discográfica estadounidense se encargó de editar cada uno de sus trabajos, dotándolos de un alcance internacional poco acostumbrado para los músicos chilenos.

De este modo, Föllakzoid se convirtió en un grupo cuya actividad en vivo ocurría lejos de Santiago antes que en su ciudad de origen. Largas y sucesivas giras los llevaron a tocar por toda Europa y Estados Unidos, pero también a rincones incluso más lejanos. En marzo de 2018, por ejemplo, hicieron su primera gira por Asia, con una docena de conciertos en China, Japón, Shangai y Hong Kong. Poco más tarde, llegaron por primera vez a Australia con fechas en Sidney, Melbourne, Katoomba y Hobart. Sus relaciones internacionales les permitieron compartir escenarios y grabaciones con gente como Jason Pierce (Spiritualized, Spacemen 3) y Sqürl, el grupo del cineasta Jim Jarmusch, además de contar con remezclas de proyectos como Moon Duo y Psychic Ills.

Un recorrido por su discografía da cuenta de las mutaciones que ha sufrido el grupo, más allá de los cambios en su formación. Aquel debut homónimo les valió inmediatas comparaciones con el krautrock surgido en Alemania a fines de los ‘60, pero allí había rasgos que luego desaparecieron: desde las letras en español, hasta una sonoridad de banda de rock que fueron abandonando paulatinamente. III (2015), el álbum que grabaron junto al músico alemán Atom Heart, los mostró volcados no solo hacia los timbres, sino también hacia las lógicas de la música electrónica, en composiciones que se podían extender hasta por doce minutos.