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Netlabels: el trato es otro

No siempre bajar música gratis es piratería del usuario. Y no siempre es mal negocio para el autor.

viernes 17 de julio de 2015

No paran de salir discos chilenos nuevos cada semana, van en disminución general las ventas de CDs, no siempre se llenan de público los lugares para tocar y más encima son largas las listas de invitados en la entrada, es decir gente que sí trae monedas para comprar el trago en el bar pero no para comprar el boleto en la puerta. Así las cosas, de qué vive la mayoría de los músicos chilenos sigue siendo un misterio sin resolver, y que desde luego no vamos a resolver aquí tampoco. Pero si se trata de grabar, cada vez más de esos músicos han resuelto en qué ya no necesitan gastar: en la oficina para un sello, en la fábrica de CDs, en la imprenta para las carátulas, en el porcentaje que cobra una tienda por vender o una distribuidora por repartir.

En vez de todo eso basta con hacer un netlabel.

No son pocos ítemes, y todos ellos se están yendo a la papelera de reciclaje del mismo computador que viene a reemplazarlos. Así lo prueba la proliferación de estos "sellos en red" o netlabels, es decir sellos en Internet, que ha avanzado sobre dos supuestos básicos. Uno es dejar la música disponible en formato digital en la red; el otro es dejarla gratis para su descarga libre. Ha sido rápido. En unos pocos años la casa grabadora tradicional del siglo XX se volvió un modelo tan añejo como el perro de la RCA Victor para casi el total de los músicos chilenos. Y el sello disquero independiente como alternativa también queda superado por las ventajas del sello en línea, porque en línea ya no hacen falta cedés, cajas plásticas ni digipacks y, lo mejor, no hacen falta intermediarios.

"Antes nos demorábamos dos años en vender quinientos discos. Ahora llevamos diez días y ya hay quinientas descargas. Quinientas personas que tienen el disco en su PC", estimaba en la prensa hace año y medio la gente del sello Quemasucabeza a propósito del disco Abrigo (2008), del grupo Congelador. Y es un ejemplo de varios. Desde hace siete años lo mismo han venido haciendo los netlabels Cumshot Records y Paranoia (2003), Impar y Espora (2004), Pueblo Nuevo, Epa Sonidos y Nomucho (2005), Glued, Noseyo y ACS (2006), 001 Records y DTM Discos (2007), Modismo, Cazador, Ponk, Humilde Discos y Nice Dayz!! (2008) y Michita Rex (2010) entre otros, además de sellos independientes que luego se transformaron en netlabels como Quemasucabeza, Jacobino Discos, Productora Mutante, Neurotyka, Miranada o Palacagá Discos, para dejar música chilena gratis en la red.

Gratis. Esa es la distinción última con modalidades de distribución de MP3 como iTunes o Amazon, a escala internacional, y con portales locales de descarga pagada de canciones o de discos completos, como Mimix y Portaldisc respectivamente. Si ésas son descargas legales pagadas, los netlabels permiten descargas legales gratuitas, a menudo asociados con licencias Creative Commons que permiten el uso gratuito de estas obras por parte de los usuarios. La opción obliga a una mirada nueva. A primera vista regalar un disco que ha tenido un costo real de producción es depreciarlo. Pero es claro que para esta nueva generación de músicos no es así. El disco ya no es el fin, sino el medio. El medio para acceder al público. Y tienen de su lado una verdad objetiva. Es cierto que no están ganando dinero por los discos, pero es igual de cierto que nunca ganaron dinero por vender discos, ya fuera porque eran músicos alternativos sin casas grabadoras, o porque eran músicos populares pero en ese caso las casas grabadoras se llevaron siempre la inmensa tajada del contrato. Ahora no hay nada que perder: esa frase que siempre es un lugar común aquí es una verdad. Es música para bajar sin pagar, y no es piratería. Es otro el trato.