La cueca sin apellido
Así habló Marcial Campos, de Los Hermanos Campos. Nuestros respetos.
viernes 17 de julio de 2015
Días antes de la muerte de Marcial Campos, integrante más joven de los célebres Hermanos Campos, un grupo tan actual en el ambiente cuequero como Los Trukeros estaba reconociendo con naturalidad la importancia de ese dúo en el principal rasgo que tiene la cueca: su carácter popular. "Los Hermanos
Campos grabaron más de mil cuecas. Quizás cuántos discos sacaron, y contingentes todos", se preguntaba en una entrevista el cantor y bajista Trukero, Max Cárcamo, en alusión a la prolífica carrera que desarrolló la dupla y de la que puede dar fe cualquier chilena y chileno que haya visto tele o escuchado radio en las últimas décadas. O que al menos lo haya hecho en cada Dieciocho de esas últimas décadas.
En todo caso ahí mismo hay una seña de cómo es esa vieja escuela que encarna este dúo: en escuchar cueca para el puro Dieciocho. La generación que por ejemplo vio al animador conocido como Don Francisco presentar a Los Hermanos Campos como The Country Brothers para echar el pelo en alguna tarde de sábados gigantes creció con la cueca como un decorado de las fiestas patrias y nada más. Cueca para el Dieciocho y música en inglés en la radio para el resto del año. Al revés de la experiencia real que representa esta tradición recuperada para una generación más viva como la actual. Pero el dúo entre Marcial y Eleodoro Campos venía desde mucho antes, iniciado en los años '40, en una época en que la cueca, y la tonada en particular, y la música típica o de raíz tradicional en general, sí habían sido parte genuina de la música popular en Chile.
Al revés de la larga tradición de conjuntos de música típica encarnada por Los Cuatro Huasos, Los Huasos de Chincolco, Los Huasos Quincheros y otros, Los Hermanos Campos no necesitaron ponerse nombre de huasos porque huasos han sido de verdad, hijos de Longaví e iniciados desde niños en las tareas del campo antes de dedicarse a la música. Y en esa condición de veteranos está el otro carácter que hace único al dúo, y que el mismo Marcial
Campos terminó por acuñar como un lema. Éstas son cuecas de la vieja guardia: cuecas sin apellido. Cuecas de antes de Silvia Infantas en los '50, de antes de Roberto Parra en los '60, de antes de que que la sabiduría chilenera, que sí es milenaria, llegara al disco en 1967. Las cuecas de los Campos no tienen el romanticismo aventurero y fatal de lo que Roberto Parra llamó cuecas choras, ni la belleza en versos y en melodías de lo que Nano Núñez llamó cuecas bravas, ni las pretensiones posmodernas de lo que los grupos actuales han llamado cuecas urbanas. Pero los mismos cuequeros de hoy ya están en condiciones de reconocer y presentar sus respetos al primer atributo del dúo: la cueca como música popular y como vieja escuela.