La particular escena de música electrónica que largó en Chile hacia mediados de los años noventa —con sus protagonistas, sus dinámicas y sus hitos— es cubierta por primera vez en libro con esta crónica escrita desde la cercanía de quien estuvo ahí y conoce a quienes se describe. El alza del interés por hacer, bailar y escuchar techno en Chile tiene un fuerte vínculo con el fenómeno del retorno del exilio durante los años de transición democrática; específicamente, de los jóvenes hijos de desterrados criados en Alemania. Describe la autora: «Ya en Santiago, el estremecimiento se vuelve para ellos un modo de vida. Se alimentan de la música electrónica que componen, de drogas y creatividad. La música, que tempranamente diseminan por el mundo, se vuelve protagonista en esta memoria. Actúa como sostén anímico y atmósfera psíquica que va envolviéndoles la vida, haciéndoles promotores del mensaje de nuestro tiempo».
El libro se ofrece como «una memoria autobiográfica», que busca mostrar la atmósfera que promovió en un grupo de jóvenes la música electrónica, sobre todo en su contraste con el paisaje sonoro y el ambiente social y cultural de su tiempo, así como sus particulares alcances de escucha, encuentro, diversión y evasión. Se lee en el prólogo:
Encontrarán una pequeña muestra de lo que creo que mi generación sintió dando a nacer el techno en Chile. Intenté recordar, y lo fui logrando, porque escribí enchufada a los audífonos inmersa en la música de los noventa. La memoria se fue reconstruyendo también, gracias a amigos creadores de esa época, que me ayudaron con sus aventuras y reflexiones. En el relato también dejé espacio a la imaginación, una leve cuota de ficción. Espero que la narración deje al lector el sabor de los sueños de un grupo de creadores y de un ámbito de la cultura urbana de la transición chilena, que ha sido muy poco narrado. Esta historia es para quienes manipularon la música y la tecnología y al hacerlo nos regalaron placer, nuevos horizontes mentales y un sentimiento de amor y unidad.